POR Jorge Octavio González
Griselda Martínez Martínez, en un acto de oportunismo, dejó atrás los insultos y las indirectas a la gobernadora Indira Vizcaíno y le pidió ayuda para que encuentre a un maestro secuestrado.
La petición, a primera vista empática con los familiares de la víctima, en el fondo esconde un propósito insano de la presidenta municipal de Manzanillo: exhibir a la mandataria en el caso de que no encuentren con vida a Mario Salvador Pérez Santoyo.
Cierto es que, como la propia familia lo exige, el señor debería regresar cuanto antes con sus seres queridos; nadie tenía el derecho de secuestrarlo y mucho menos de jugar con sus sentimientos como cuando recibieron un rescate y no lo liberaron. Eso fue miserable.
El problema, como todos sabemos, es que el tiempo corre en contra de quien ha sido privado de la libertad: no es que seamos pesimistas; es que la realidad indica que hay muy pocas probabilidades de que el señor se encuentre con vida.
Pero eso es cuestión de quien lo tiene y de si en realidad tiene la intención de liberar al maestro Pérez Santoyo. Lo que aquí se trata de analizar es la perversidad de Griselda Martínez y la petición, que no es algo que ella haga con ningún actor político, no se diga con la gobernadora, que esconde un doble propósito.
El primero es, como bien se dice al inicio de esta columna, generar empatía con la sociedad y la familia del secuestrado; el segundo es, sin embargo, exhibir a la mandataria estatal en un tema que, como en otros que ha habido de alto perfil, no ha tenido resultados satisfactorios.
La narrativa del post de Martínez Martínez no es ni siquiera como los que publica constantemente en las redes sociales; en esta ocasión se dirige con respeto a la gobernadora y le dice, algo que en privado niega rotundamente, “sabemos de su sensibilidad y apelamos a su capacidad de gestión frente a las instituciones que correspondan para resolver en lo inmediato esta problemática”.
Sorprende, desde luego, el cuidado en la redacción y el tono condescendiente con la gobernadora Indira Vizcaíno. Griselda Martínez detesta a la gobernadora; lo más seguro es que ni siquiera haya escrito esa publicación, sino que se lo haya encargado a alguien que no tiene filias ni fobias con la mandataria estatal.
Vean si no: “En atención y a petición de la inmensa mayoría mis compañeros y compañeras de trabajo de la administración y a título personal, solicito a la Gobernadora de Colima, Indira Vizcaíno Silva, instrumentar lo necesario desde su ámbito de atribuciones para encontrar al profesor Mario Salvador Pérez Santoyo, padre de uno de nuestros compañeros de trabajo de este Ayuntamiento de Manzanillo”.
La redacción, en sí misma, es mala; sin embargo, el tono es lo que sorprende: NO ES el estilo de Griselda Martínez. Ella jamás se dirigiría con respeto a la mandataria para pedirle que gestione ante las instituciones correspondientes, algo que la misma presidenta puede hacer, por su relación con las áreas de seguridad del gobierno federal, el rescate del señor Mario Pérez Santoyo.
Después exhibe que la familia de Mario Pérez pagó el rescate y no lo liberaron; eso en sí mismo es un cuestionamiento al gobierno del Estado que, como en otras ocasiones, no ha atinado a gestionar con inteligencia los casos de secuestro, sobre todo si está metida la mano del bueno para nada e incompetente del mini fiscal Bryant Alejandro Ramírez García.
Griselda Martínez, en el último de los casos, puede ser sincera en su escrito y pedir de corazón que ayuden a encontrar con vida al maestro Mario Pérez Santoyo; lo que no se vale es que juegue con un asunto tan delicado para exhibir en su incompetencia al gobierno del Estado y a la Fiscalía General del Estado, todo con la intención de colarse en el 2024 con una candidatura.
La petición de la presidenta municipal de Manzanillo, al margen de las verdaderas intenciones que haya tenido, la hacen ver como una persona que tuvo que agachar la mirada y arrodillarse ante la gobernadora para pedirle que encuentre al padre de un trabajador del ayuntamiento de Manzanillo.
Y eso, en sí mismo, la debe tener encabritada.