POR Luis Fernando Moreno Mayoral
Quienes conocen a Fernando Moreno Peña saben que en público es uno y en privado es otro y que no siempre lo que dice ante la opinión pública es lo que practica y sostiene en su vida personal.
Si bien en los programas que financia siempre dijo que el PRI y él en lo particular apoyaban toda decisión que tomara Margarita Moreno respecto a su futuro político, en privado siempre le recriminaba y la hostigaba con comentarios hirientes y fuera de lugar.
En una de las reuniones, por ejemplo, la presidenta municipal de Colima logró hacer enojar a Moreno Peña; con un rostro totalmente rojo, la vena de la frente saltada y la quijada temblorosa como una gelatina, le soltó lo siguiente:
—Tú no me vas a enseñar a hacer política.
Y tiene razón: la política que aprendió Fernando Moreno Peña fue la de la quema y secuestro de camiones de transporte público, tirar bombas molotov a las puertas de Palacio de Gobierno, amenazar y golpear a estudiantes que se encontraban en las calles, amén de negociaciones en cantinas de mala muerte para repartirse candidaturas.
FMP representa la vieja política; en los tiempos actuales ya no es compatible.
El ex gobernador se quedó en los años 70; hoy estamos en el 2024, medio siglo después.
Al ex rector de la Universidad de Colima le tocó pelear contra Griselda Álvarez Ponce de León, a quien le publicó el acta de nacimiento para demostrar que no nació en tierras colimotas sino en Jalisco, además de exhibir su edad, en una clara violencia política de género.
Él mismo ha confesado que fue encarcelado en su juventud por cometer delitos, pero al mismo tiempo presumió que a las pocas horas salía en libertad, habida cuenta de las influencias que tenía su padre con el gobierno.
Y eso aprendieron sus hijos: uno de ellos, en su juventud, actuaba como júnior y corría y apostaba en los arrancones de autos, muchas veces sin pagar cuando perdía, sabiéndose impune.
Su hija Lizzie Moreno Ceballos es la que ha tenido que seguir su camino y por eso gastó dinero a manos llenas para hacerla ganar en la 60 Legislatura. Hoy, para su desgracia, lo tendrá que hacer de nuevo porque ella rechazó la pluri federal que le consiguió en las visitas que le hacía al impresentable Alito Moreno en la Ciudad de México.
Fernando Moreno Peña podrá decir todo lo que sea en público y jurar y perjurar que él ha tenido siempre la disposición de ayudar a su partido y a sus candidatos; sin embargo, en privado sabe lo que dice y a quién insulta y se expresa soezmente.
En público se quiere hacer pasar como muy propio y educado; en privado es todo lo contrario.
Cuando Hilda Ceballos Llerenas se opuso a sus designios de elegir candidato en la elección extraordinaria tras la muerte de Gustavo Vázquez Montes, respaldando a quien la fracción decidió, Moreno Peña en público dijo respetar su decisión; en privado sucedió otra cosa muy diferente.
Pero así es él: un mitómano profesional, perverso como el que más, capaz de traicionar a quien sea con tal de salirse con la suya; es un político cuyas ideas ya caducaron y obstaculiza la sangre nueva que quiere oxigenar a los partidos desprestigiados.
Mientras la dirigencia estatal le permita hablar en nombre del partido y estar en las reuniones donde se negocian las candidaturas, sin tener una cartera que le otorgue esa facultad, el PRI morirá poco a poco por inanición.
Hoy en día, afortunadamente, hay más variedad política; existen otros grupos y organizaciones donde sí permiten la libertad de pensar diferente, pero, sobre todo, respetan a las mujeres y no incurren en la violencia de género.
En la alianza PRI-PAN están de plácemes porque Margarita Moreno no competirá en la reelección; creen que Riult Rivera es el que ganará, sin darse cuenta que no tiene respaldo social y que muy seguramente será un regidor del montón.
A los empleados del diputado federal debería decirles que no llamen traidora y chapulina a la presidenta municipal, pues eso mismo hizo su esposa cuando en el PAN le negaron la posibilidad de ser candidata a la alcaldía en su entidad y se pasó a las filas de MORENA, donde continúa muy contenta conviviendo con el enemigo jurado del PRIAN. ¿O ya se le olvidó?
La presidenta dejó muy en claro, en una entrevista, cuando le preguntaron si la reelección ya no estaba en la mesa:
—La alcaldía sí es una opción.
Saquen sus concusiones.