POR Jorge Octavio González
La renuncia de los ex dirigentes del PRI y el PAN en Coquimatlán es un claro indicio del resquebrajamiento de esa alianza perversa que, como lo hemos venido sosteniendo, tiene el único objetivo de vivir del erario y repartirse entre la cúpula las candidaturas a cargos de elección popular.
En conferencia de prensa argumentaron que, al margen de que nadie de la militancia priísta y panista ha sido tomada en cuenta para puestos en la administración municipal, dijeron no haber estado nunca de acuerdo en la candidatura de Carlos Antonio Chavira George a la presidencia municipal.
Y que quede bien claro: la nominación de Carlos Chavira en la alianza del PRIAN fue una imposición de Arnoldo Ochoa González y Julia Jiménez Angulo.
Los dos, pese a las denuncias por abuso sexual, sostuvieron la candidatura del sujeto en todo momento; incluso llegaron a advertir que se estaba fabricando un delito en su contra para descarrilarlo de la elección.
Cuando el delito se comprobó y se giró orden de aprehensión ante la negativa de acatar los citatorios que le habían girado en tiempo y forma, tanto Arnoldo Ochoa —ya después el propio Kike Rojas Orozco— como Julia Jiménez lo escondieron para que lograra tomar posesión el primer minuto del 16 de octubre del 2024.
De ahí que, el lunes de esta semana, Wilvert Magallón García y Ulises Cázares Larios anunciaron en conjunto su renuncia al PRI y al PAN, respectivamente, “derivado de la exclusión sistemática en la toma de decisiones, participación política y vida interna de los partidos en los que llegamos a formar parte, así como por la falta de democracia, arbitrariedades e incluso amenazas, así como por la congruencia que debe tener nuestro actuar con los principios que cada uno de nosotros comparte”.
Los ahora ex militantes del PRIAN en Coquimatlán “denunciamos el abandono y traición de las dirigencias estatales del PAN y PRI, que han dado la espalda a los coquimatlenses y se han aliado a actores políticos que en el pasado han dañado las finanzas municipales y que sólo acumulan desprestigio político”.
Y de nueva cuenta: los manejos turbios, los acuerdos inconfesables y los pactos criminales para imponer a Carlos Chavira como el candidato del PRIAN a la alcaldía de Coquimatlán son responsabilidad única y exclusivamente de Arnoldo Ochoa González y Julia Jiménez Angulo, que en algún momento tendrán que responder por sus equivocadas decisiones en la nominación de personajes corruptos y acusados de delitos graves.
Hoy Julia Jiménez y Kike Rojas, como en su momento Arnoldo Ochoa, serán los responsables de nominar a los candidatos del PAN y el PRI a puestos de elección popular en el 2027; depende de la militancia que no se ha corrompido exigir transparencia y rendición de cuentas a ese par para que no vuelvan a cometer los mismos errores que en el 2024.
Incluso sería magistral que pidieran la destitución de los dirigentes estatales del Revolucionario Institucional y de Acción Nacional; el problema es que Kike Rojas tiene el respaldo del corrupto Alito Moreno Cárdenas y Julia Jiménez el de Pedro Peralta Rivas en Colima y del líder del cártel inmobiliario Jorge Romero a nivel nacional.
Además de Wilvert Antonio Magallón García y Ulises Espiridión Cázares Larios, ex dirigentes del PRI y el PAN en Coquimatlán, respectivamente, también renunciaron a su militancia Adriana Marisela Juárez Rodríguez, Evelyn Lizeth Rosales Ochoa, Gonzalo Juárez Hernández, Inés Rosales Quintero, Miguel Rosales Ochoa, Lizeth Adriana Preciado Gutiérrez, Roberto Navarro López, Francisco López Aguilar y José Elías Zepeda Moreno.