POR Zuly Villa
Hoy es un día marcado por emociones intensas y contrastantes: la culminación de mi ciclo de radioterapia 🥳 y la partida de Canelita, nuestra querida compañera, nuestra perrita tiktokera, como muchos le decían. 😭
Canelita llegó a nuestras vidas como un destello de luz✨️ en noviembre, justo antes de que comenzara esta etapa de mi batalla contra el cáncer, esa enfermedad que devora cuerpos y almas, que deja cicatrices visibles e invisibles, y cuya sombra se remonta hasta las Escrituras mismas, donde se habla de llagas y sufrimiento casi profético. Enfrentarse al cáncer es enfrentar al enemigo más despiadado que existe, pero en mi caso, no lo hice sola.
Desde el primer día, Canelita parecía comprender mi dolor. 💖 En esos momentos en los que la radioterapia drenaba cada pizca de energía de mi cuerpo, ella estaba ahí: con sus ojos tiernos, su presencia silenciosa y su calor reconfortante. Había algo más allá de lo físico en su compañía. Como si absorbiera mi angustia, mis miedos, mi cansancio. 💫
Las creencias de la nueva era hablan de cómo nuestras mascotas no solo comparten nuestras vidas, sino también nuestras cargas. Se dice que tienen la capacidad de tomar parte de nuestra enfermedad para sí mismas, como guardianes energéticos. Y ahora, mirando hacia atrás, no puedo evitar pensar que eso fue exactamente lo que hizo Canelita por mí. 🥰
Durante semanas, mientras yo seguía luchando por mi vida, ella parecía más fuerte de lo que jamás había sido, como si su pequeña existencia se hubiera extendido por un propósito más grande: acompañarme hasta que estuviera fuera de peligro. Pero el universo tiene su equilibrio, y hoy, en el mismo instante en que cerré parte del capítulo más duro de mi vida, ella cerró el suyo.
Canelita no murió; trascendió. Se fue con una nobleza que solo los animales pueden mostrar, cumpliendo lo que su alma parecía haber elegido: quedarse conmigo hasta cruzar este puente. Hoy, mientras la tristeza me embarga, recuerdo las palabras de mi gran maestra: «Cumplió su ciclo y te acompañó hasta el final del puente. Demos gracias a Dios por su vida y por el servicio energético que ejerció contigo.» 🙏
No puedo evitar pensar en cómo estas historias se repiten. Hay quienes relatan cómo, tras superar una enfermedad grave o un accidente que casi les quita la vida, sus mascotas también parecen alinearse con ese destino. Algunas viven mucho más allá de lo esperado, desafiando toda lógica, como si el deber de proteger a su humano las mantuviera con vida. Otras simplemente parecen saber cuándo su misión ha terminado, y el universo 💫 les concede un descanso.
En mi caso, Canelita 🐾 partió el día en que finalmente recuperé mi fuerza, el día en que dejé de necesitar su apoyo energético. Me gusta imaginarla descansando ahora, libre de cualquier carga, mientras yo sigo adelante, más fuerte y agradecida por el tiempo que compartimos.
Hoy no solo termina un ciclo de radioterapia, sino también un ciclo de amor, 💖 de sacrificio y de conexión que va más allá de lo terrenal. Gracias, Canelita, por todo lo que hiciste por mí. Tu huella no solo está en nuestros corazones, sino en cada paso que dé en este nuevo camino que tengo por delante. 🐾
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