El tarifazo y la raja política

POR Jorge Octavio González

Benjamín Alamillo es el menos autorizado para hacer cuestionamientos: su nula autoridad moral lo hacen un lastre para el partido que todavía representa en Colima.

Sus transas, como pedir un documento que probara que vive en Minatitlán desde hace más de cinco años sin ser cierto, lo desacreditan sobremanera; en lugar de estar emitiendo críticas debería estar en la cárcel.

También es, con sus corruptelas, uno de los responsables de que fracasara la candidata de Movimiento Ciudadano a la presidencia municipal de Colima.

Lo que debería hacer Benjamín Alamillo después del tremendo fracaso en las pasadas elecciones es, en lugar de organizar una campaña para dar marcha atrás al aumento de las tarifas del transporte público, presentar su renuncia, como el mismo Dante Delgado prometió cuando dijo que se iría si su partido no sacaba más votos que los partidos de oposición.

El delegado de MC en Colima se montó, como el arribista que es, en la campaña de revertir el aumento en el costo del peaje en los camiones urbanos de transporte público, como si la autoridad estatal, en conjunto con el gremio de los transportistas, no tuvieran el derecho de autorizar el aumento para mejorar el servicio público y los camiones que están, ciertamente, en pésimas condiciones.

El precio de la tarifa en los camiones urbanos lleva más años sin aumentar que lo que Benjamín Alamillo dice haber vivido en Colima; como nunca estuvo en la entidad no sabe, por supuesto, que en la era del PRI se contuvo dicha acción como una medida política, todo con el objetivo de que la gente se no se enojara con el partido dominante.

El problema, en el fondo, es que los transportistas nunca se comprometieron a hacer mejoras en sus camiones ni en el servicio que ofrecían; prefirieron mantener como chatarras sus camiones y poner en riesgo la vida de los usuarios antes que invertir, pues el gobierno sólo pateó el bote hacia las administraciones siguientes.

Pero gente como el delegado de Movimiento Ciudadano en Colima, que no conoce la realidad de la entidad, sólo trata de montarse en el denominado tarifazo con tal de que se olvide el fracaso que tuvieron en las pasadas elecciones, donde perdieron lo que tenían y no ganaron nada que se pueda presumir.

A eso se sumó, también, el advenedizo diputado José de Jesús Dueñas García, quien, después de la paliza que le acomodaron cuando quiso ser senador de la República, ahora sí le interesa pedir una reunión con la gobernadora para tratar temas de interés, cuando en el fondo lo que quiere es ver la posibilidad de tener un hueso para no vivir en el error.

Hay que ser claros: a nadie de Movimiento Ciudadano, ni siquiera a los que se dicen activistas sociales que también vieron este tema como una oportunidad para sacar raja política, les interesa el bienestar de los usuarios del transporte público; nunca desde sus posiciones de poder hicieron algo para mejorar el servicio de los camiones urbanos ni vieron las necesidades del gremio de los transportistas, que por años tuvieron que mantener la misma tarifa pese a que aumentó la gasolina, el diésel, las llantas, las refacciones y todo lo demás que significa mantener un vehículo de esas dimensiones.

Todo aumento es un sacrificio, sí, pero a veces es necesario; aunque a nadie de los que utilizan diariamente el transporte público les guste, la tarifa que se autorizó no es un cheque en blanco para los transportistas, sino que viene con una serie de compromisos que tienen que cumplir para que valga la pena el aumento.

Si, después de un tiempo prudente, los transportistas no cumplen lo que prometieron y el servicio continúa dándose de manera pésima y desordenada, sin que se refleje en una mejora en sus camiones, la gente tendrá todo el derecho de cuestionar la medida del alza a las tarifas.

Y el gobierno del Estado, hasta entonces, podrá actuar en consecuencia para sancionar a quienes no cumplieron su palabra.

Las campañas en contra de la tarifa, como las que hace Movimiento Ciudadano y su impresentable delegado en Colima, no son más que politiquería barata; quieren sacar raja política quienes perdieron en las pasadas elecciones y recibieron el mensaje claro y contundente de repudio en las urnas.