POR Jorge Octavio González
A nadie sorprendió la reelección de Alejandro Moreno Cárdenas como dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional.
Pese a que el mismo Alito y sus corifeos en los Estados pedían esperar la convocatoria y decían que otros priístas podrían participar, al final se hizo todo el montaje para que fuera beneficiado el ex gobernador de Campeche.
Alito Moreno, que en su momento se ha doblado ante los embates de la presidencia de la República, en su soberbia ha dicho que es el único que puede combatir al sistema y a MORENA.
Ha dicho, en su engrandecido ego, que cualquier otro que asumiera la dirigencia nacional del PRI sería cooptado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El problema no es lo que diga o haga el desprestigiado líder nacional del tricolor, sino que haya quienes le estén siguiendo el juego y en realidad estén respaldando a Alito en todo lo que emprenda.
Nunca en la historia del PRI un dirigente nacional ha acumulado tanto poder después de perder estrepitosamente gubernaturas y espacios en el Congreso de la Unión y el Senado de la República como Alito Moreno.
Hasta Manlio Fabio Beltrones, que tuvo un número importante de entidades ganadas, renunció porque se comprometió a ganar la mayoría de las contiendas en disputa.
Pero ya se vio que Alito Moreno no es ni la sombra de Manlio Fabio Beltrones.
La reelección de Alejandro Moreno Cárdenas, ilegal para muchos de sus compañeros de partido que han impugnado el movimiento, será el último clavo en la tumba del otrora partidazo.
En Colima, por ejemplo, sus militantes y líderes visibles se arrodillaron ante el corrupto líder nacional del PRI; sin vergüenza ni dignidad alguna, le alzaron la mano como si con ello hubieran ganado algo.
El Revolucionario Institucional en la entidad está en los huesos; la mayoría de los cargos en disputa en el 2024 los perdieron por haber puesto a malos candidatos y otros que decidieron comprar las candidaturas.
Si esperan recuperar el poder en el 2027 están equivocados: el PAN va a querer imponer a Riult Rivera como el candidato a gobernador y el PRI va a querer imponer a uno de los suyos.
Como nadie va a ceder, la alianza PRIAN morirá en tres años cuando se definan los cargos de elección popular.
Si en Colima el PRI logró una votación de lástima, sin el PAN están condenados a la desaparición.
Pero a lo mejor eso es lo mejor que le podría pasar a la democracia colimense.
Quienes ganaron con las siglas del PRI en las pasadas elecciones deben valorar su situación y ver por qué opción política van a participar dentro de tres años; de lo contrario serán arrastrados en el desprestigio y el repudio que genera a la sociedad el partido tricolor.
Todavía están a tiempo los cuadros valiosos y honestos del PRI, que los hay.