POR Jorge Octavio González
Qué lamentable papel jugó ayer la oposición en Colima en el contexto de la aprobación de la reforma al Poder Judicial de la Federación.
Y es que, aun cuando sabían que una vez aprobada en el Senado de la República ya no había vuelta atrás, los líderes de lo que queda del PRI y el PAN en la entidad quisieron detener la sesión en el Congreso del Estado a punta de actos de violencia.
Kike Rojas Orozco y Adrián López López, dirigente del PRI en Colima y regidor del ayuntamiento de Villa de Álvarez, respectivamente, estuvieron en los alrededores de la sede del Poder Legislativo dando indicaciones a porros que, con palos y piedras, se enfrentaron a la policía que estaba resguardando la seguridad de los diputados.
A quien también captaron girando instrucciones a los manifestantes fue a la panista Fernanda Salazar, perdedora en la pasada elección, quien estaba haciendo méritos para que en la dirigencia estatal del PAN o en el próximo ayuntamiento de Colima le den algún cargo.
Las genuinas protestas de los trabajadores del Poder Judicial de la Federación por la reforma aprobada por los senadores en la madrugada de ayer miércoles, sin embargo, se vieron empañadas por los actos de violencia que protagonizaron personas allegadas a dirigentes del PRI y el PAN, además de colaboradores cercanos a Riult Rivera.
¿Qué pretendían lograr con la violencia? Probablemente que no se llevara a cabo la sesión donde se votaría la reforma al Poder Judicial Federal; sin embargo, si no era en ese momento iba a ser en otro. Al final se aprobó con 18 votos a favor.
La cuestión es que, ante la falta de argumentos y acciones legales de la oposición a nivel nacional, lo único que les quedaba era ponérselas difícil a los diputados oficialistas de Colima en la sesión extraordinaria.
Nunca entendieron que la verdadera resistencia estaba en el Senado de la República, en donde, hasta hace unos días, MORENA y aliados no tenían los 86 votos que requerían para la mayoría calificada; fue hasta que quedó incomunicado el senador Daniel Barreda y lograron doblar a Miguel Ángel Yunez Márquez que pudieron sacar adelante la reforma del presidente de la República.
Era en la Cámara Alta, pues, donde se tenía que haber dado la batalla; a estas alturas se ve hasta inmaduro de parte de la oposición generar violencia para detener una sesión que de cualquier manera se iba a realizar, cuyo resultado, además, era de todos conocido.
Las Legislaturas locales, ciertamente, sólo están haciendo el trabajo que les corresponde para que la reforma al Poder Judicial de la Federación sea constitucional; con la mayoría de los Congresos en manos de MORENA y aliados, la sorpresa sería que no lograran aprobarla.
El oficialismo, como lo hizo el PRI en su momento, utilizó las estrategias más perversas para alcanzar la mayoría calificada; esto no significa que haya estado bien, pero son las herramientas que emplearon y funcionaron porque en la oposición no postularon a las personas más íntegras ni honestas.
Miguel Ángel Yunes Márquez es un impresentable como su propio padre, acusado nada más y nada menos que de pederastia; que nadie en el PAN haya advertido que era un blanco fácil para el oficialismo fue error de ellos, no de los operadores del presidente de la República.
Y así como a Yunes Márquez, también lograron que no asistiera el senador de Movimiento Ciudadano, Daniel Barreda, quien tuvo que estar en Campeche acompañando a su padre tras haber sido detenido.
Mely Romero Celis, de acuerdo a lo que escribió Héctor de Mauleón en El Universal, era otra de las víctimas del oficialismo, a quien habrían amenazado con abrirle carpetas de investigación a ella y a su familia si no acompañaba el proyecto de la reforma al PJF.
La vulnerabilidad de los senadores del PRI, el PAN y MC es culpa de los dirigentes de esos partidos que los postularon; si el oficialismo se aprovechó de esa debilidad fue porque sólo así pudieron obtener los votos que requerían.
Así se opera políticamente en México.
Desgraciadamente.
Los actos de violencia ayer en el Congreso del Estado, empañando una manifestación genuina de ciudadanos y trabajadores del Poder Judicial de la Federación, exhibieron a esa minúscula oposición en Colima que, ni con palos y piedras, lograron reventar la sesión donde se aprobó la reforma al PJF.