POR Jorge Octavio González
Margarita Moreno, así como se fue hasta el tercer lugar en su intentona por reelegirse como presidenta municipal de Colima, también dejó de aparecer en los estudios de opinión entre los alcaldes mejor evaluados del país.
La encuestadora Mitofsky, durante todo el trienio que está por fenecer, mantuvo a la ex directora del DIF Estatal en los primeros lugares de aprobación; ese fue el tipo de capital político que acumuló por el trabajo que estaba realizando y que creía suficiente para mandar a sus aliados a volar.
La soberbia, el egocentrismo, terminó por hundir a la joven promesa que representaba Margarita Moreno.
La todavía presidenta municipal de Colima regresó a sus funciones porque necesitaba cerrar la administración con las cuentas maquilladas a su conveniencia; el trabajo y la talacha en el Municipio quedó en segundo y hasta en tercer término.
Y eso se reflejó en la reciente evaluación que hizo Mitofsy sobre los Alcaldes de México.
De acuerdo al ranking de Alcaldes, Margarita Moreno se encuentra en el lugar 62 de 150; esto es, a la mitad, muy lejos de aquellos años gloriosos cuando lideraba la lista de presidentes municipales mejor evaluados.
Griselda Martínez Martínez, por el contrario, se mantiene entre los primeros 10 lugares de las alcaldesas mejor evaluadas y en el 21 del ranking en general. Nada mal.
¿Por qué pasó esto?
Porque mientras Griselda Martínez regresó a la alcaldía a seguir trabajando, Margarita Moreno regresó para cobrar venganzas en contra de todos los que le pusieron piedras en el camino en su aventura por reelegirse para el periodo 2024-2027.
Despidió a funcionarios de nivel directivo porque no se sumaron a su campaña ni desviaron recursos para su causa, despidió a trabajadores de base que llevaban más de 20 años laborando en el ayuntamiento de Colima, pero reacomodó a sus amigos y allegados para seguir con los negocios al amparo del poder y saquear todo lo que se pueda hasta el último minuto de la administración.
En la negación, todavía sin saber por qué perdió de manera tan drástica, Margarita Moreno debería recoger sus cosas, reflexionar sobre su actuación como política y dejar la regiduría para el que siga en la lista de su planilla.
A ella no la van a poder acusar de robarse el dinero del ayuntamiento de Colima porque tiene lo suficiente para vivir cómodamente lo que le resta de vida sin trabajar; eso no se puede decir de muchos de los que invitó a formar parte de su administración y que, como lo hizo su esposo en la Secretaría de Planeación y Finanzas, se sirvieron con la cuchara grande para beneficiar a amigos y socios.
Esta ocasión ya no habrá, como sucedió en la pasada elección donde los cercanos de Ignacio Peralta se refugiaron como viles ladrones en el ayuntamiento de Colima, lugar o dependencia que los acepte o acomode.
El final de la carrera política de Margarita Moreno, siempre ligada y manchada por la corrupción de Carlos Arturo Noriega García, José Ignacio Peralta Sánchez, Susana Martínez Briceño, Jesús Sánchez Romo e Himelda Meraz Sánchez, invita a reflexionar a quienes, a punto de asumir cargos de elección popular, tienen aspiraciones políticas.
Sencillamente no deben hacer lo que Margarita Moreno.