El martirologio de la presidenta municipal porteña

POR Bibiano Moreno Montes de Oca

La denominada Feria del Libro Manzanillo 2023, que tendrá varios días de duración en el puerto colimense, ha servido de marco para exaltar ideologías acedas de una izquierda ojete que se siente en su mejor momento, para desdeñar a trabajadores ambulantes que están debidamente regularizados ante la autoridad municipal… y para el martirologio de la alcalde porteña, la mazorquera y reiterativa Gris Celda Martínez Martínez, que prácticamente se declaró la versión corregida y aumentada de la Madre Teresa de Calcuta.  

En una intervención que tuvo este miércoles en ese acontecimiento que es organizado por la administración que encabeza la edil porteña, ésta se permitió tener una intervención para hablar sobre el atentado del que fue objeto en 2019. Ahí, tras compartirse ante el público el documental La fachada del golpismo, Gris Celda Martínez aprovechó el foro para decir que el intento de asesinato en su contra son sucesos que pasan en todo el mundo, con la misma finalidad y trasfondo, y que “eso pasa cuando uno no es afín al sistema”. 

Por supuesto, la tía no sabe ni de lo que habla, porque ella no puede negar que es parte del sistema, si llegó junto con amlo al poder en 2018. El atentado en su contra fue al año siguiente, cuando los cuatroteros ya estaban encaramados en el poder, en muchos de los casos sin merecerlo. El de la presidenta municipal era uno de esos casos: llegó al poder de pura chiripada, pues su real aspiración no pasaba de ser regidora en el cabildo porteño, hacer sus escándalos a los que está acostumbrada y, por supuesto, cobrar su jugosa dieta. 

El sujeto que presentó el documental, como si estuviera en los viejos tiempos en los que la izquierda era realmente democrática (porque aún no había obtenido el poder), señaló que sucesos nacionales e internacionales fueron manejados por medios de comunicación “con medias verdades y mentiras absolutas” que, al paso del tiempo –según él—, “se desenmascaran por su propio peso”. El individuo quiso decir más bien que las cosas caen por su propio peso, pero hay que entender que se trata de la izmierda que tiene ídem en la cabeza. 

Por supuesto, todo lo del documental de marras ocurrió en el pasado y no siempre de acuerdo con la retorcida mentalidad de individuos que, como el autócrata amlo, se quedaron estancados medio siglo atrás. Y a propósito del inquilino que vive en el Palacio Nacional, el cual a diario se lanza en contra de los periodistas, de los académicos, de intelectuales, la clase media y demás, el documentalista de eso no dice ni media palabra. Claro que no, si el par de ojetes son iguales. 

En ese punto es cuando la tres veces mártir Gris Celda Martínez trajo a cuenta el caso del atentado en su contra, pues aseguró que se utilizó “a medios de comunicación para crear una imagen contraria a mí; fallaron, sí, pero llegaron hasta ese extremo, y eso pasa cuando no se es afín al sistema”. No contenta con eso, no sólo acusó a las redes sociales de actuar negativamente (claro, cuando no le conviene), sino medios de comunicación, pasquines, el crimen organizado y las altas esferas…”  

En su oportunidad, en esta columna de cuto escribí en contra de la edil porque actuaba de manera irresponsable, igual que como lo hace ahora. Hoy finge demencia al ponerse como blanca paloma, pero por esos mismos tiempos se la pasaba agrediendo a medio mundo, incluidos los medios de comunicación, a los que temerariamente acusó de ser responsables de su intento de asesinato, lo que prendió las alarmas e hizo que integrantes de la Comisión General de Protección Integral para el Ejercicio Periodístico le hicieran un llamado de atención. Además, la misma Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima también envió una Recomendación por agredir a la prensa en general. 

Cabe destacar que, tras al atentado, al siguiente día Gris Celda Martínez andaba muy quitada de la pena, plantando arbolitos, lo que se podría considerar como un acto de provocación e irresponsabilidad. Por supuesto, andaba más protegida que cualquier magnate, con vehículos blindados y guaruras puestos a su servicio por la Secretaría de Marina, con cuyo titular ella se lleva de a cuartos. En tanto, los únicos desprotegidos son los manzanillenses, que no cuentan con la seguridad de que sí goza la autoridad municipal. 

En el Concierto Político en el que me referí al tema del atentado escribí: “No estoy a favor de la violencia, así se trate de los desprestigiados políticos, como lo es la cerril Gris Celda Martínez, pero hay irresponsabilidad, hay frivolidad y hay fanatismo en el comportamiento de la principal autoridad del municipio porteño, que ahora ya hasta se ganó la protección de la Guardia Nacional, además de su respectivo vehículo blindado, algo que a los gobiernos prianistas les fue criticado furibundamente por los miembros de Morena, los nuevos ricos de la política del país (y del estado, obvio)”. 

En fin: el suyo no es precisamente un ejemplo a seguir ni está para reivindicarlo, mucho menos es algo digno de elogio cuando se acusa a la prensa en general de ser la causante de su atentado, cuando los periodistas corren más peligro y están menos protegidos que Gris Celda. Tras su reelección, en la que su triunfo alzó más de una ceja por sospechosista, en Manzanillo se esperaba que su alcalde se comportara con mayor madurez, pero ya vemos que no pasan de ser, junto con su secretaria del Ayuntamiento porteño, Martha Zepeda del Toro, la versión ojete de la Guayaba y la Tostada, las borrachas desmadrosas de las icónicas películas de Pedro Infante. 

Por otro lado, la mentada feria también ha servido para que se cometan abusos en contra de gente trabajadora que se desempeña en el lugar en el que se llevan a cabo los diversos actos culturales. Así, por ejemplo, circuló en redes sociales la queja de un hombre que fue hecho a un lado con el tren que emplea para ganarse la vida, de lo cual tiene el correspondiente permiso, pues el Ayuntamiento de Manzanillo puso en marcha su propio tranvía, lo que se convierte no sólo en una competencia desleal, sino que es una clara muestra de abuso de autoridad.