POR Luis Fernando Moreno Mayoral
Qué ganas de proteger a un policía municipal cuando ya fue detenido en flagrancia cometiendo un delito.
Y es que, de acuerdo a la información que circuló ayer miércoles, la Policía Estatal Preventiva y la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno del Estado detuvieron a tres personas por incurrir en el delito de huachicol; entre ellos se encontraba un policía del ayuntamiento de Colima.
Los detenidos, así como el combustible asegurado —de acuerdo al comunicado de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de Paz y Seguridad de Colima—, fueron puestos a disposición de la Fiscalía General de la República.
En el escueto boletín de la comuna capitalina, sin embargo, simplemente se limitaron a decir que “un elemento de la corporación fue detenido por elementos de la Policía Estatal Preventiva” por la “presunta comisión de un delito”.
Nada más.
El delito, ciertamente, no es cualquier cosa; ni siquiera puede catalogarse como una travesura.
Se trata, desde luego, de uno de los delitos más graves y que el propio presidente de la República, al inicio de su administración, dijo que combatiría con toda la fuerza del Estado.
Que un policía municipal estuviera involucrado en el huachicoleo es, por supuesto, una vergüenza; no había necesidad de tratar de encubrir el hecho señalando que había sido detenido por un presunto delito.
Las cosas como son: el policía del ayuntamiento de Colima participaba, quién sabe desde hace cuánto tiempo, en el huachicol; lo menos que merece el tipo es ser exhibido con todas las de la ley para que a ningún otro funcionario se le ocurra utilizar su investidura para cometer delitos de esta naturaleza.