POR Jorge Octavio González
No hay familiar o conocido que no se haya enfermado los últimos días o semanas de dengue.
¿Y qué dicen al respecto? Que los centros de salud, así como el IMSS, están rebasados por la epidemia que, si no se atiende de manera oportuna, puede poner en riesgo la vida del enfermo.
La experiencia del coronavirus nos demostró que la autoridad en materia de salud, con una estrategia inútil y el ex presidente AMLO alentando a la gente a salir y a comer en las fondas, no está a la altura de las expectativas.
Como era una pandemia nueva, sin vacuna alguna que pudiera ayudar, las camas de los hospitales estuvieron a reventar; tampoco había medicamentos que tuvieran un efecto realmente positivo ante la enfermedad.
El dengue, ciertamente, es conocido; tiene sus etapas de gravedad y existen los medicamentos para sobrellevar la enfermedad.
El problema, sin embargo, es que las instituciones de salud, como en el Instituto Mexicano del Seguro Social, no atienden oportunamente a los pacientes que llegan con cuadros de fiebre de alrededor de 40 grados, así como dolor de cabeza y sin fuerzas para poder caminar por sí solos.
Pasan horas y horas y los enfermos, en muchos casos menores de edad, se quedan en los brazos de sus padres, en las sillas de espera, padeciendo el dolor y la incomodidad de la enfermedad.
Los enfermeros van y vienen, así como los doctores, pero no hacen nada al respecto; para ellos mientras no haya un herido de gravedad o balaceado no es una urgencia.
Hay gente, en efecto, que no tiene de otra más que esperar horas y horas para que los atiendan; otros prefieren ir a clínicas privadas para atenderse y gastan lo que tenían programado para la consulta y las medicinas.
Y también piden exámenes para ver qué tan bien o mal están las plaquetas, lo que significa otro gasto más que la gente tiene que hacer para quitarse la preocupación ante un eventual dengue hemorrágico que pueda ser fatal.
En el IMSS ya es costumbre que el personal administrativo, no se diga los guardias de seguridad privada, tienen malos modos y su tarea parece ser regañar e insultar a quienes sólo acuden a la institución a atenderse ellos y a sus hijos.
El desastre en el sistema de salud en México, que afecta a todas las entidades de la República, merece especial atención del gobierno de la primera presidenta del país; en sus discursos ha hecho énfasis en los derechos humanos de los mexicanos, por lo que se espera que la salud, que es un derecho universal para quienes habitamos el territorio mexicano, sea una prioridad y se inviertan los recursos que sean necesarios para tener una mejor calidad de vida.
Lejos estamos de ser Dinamarca, como tanto presumía López Obrador que seríamos.
Con que haya atención oportuna, amable, además de medicamentos y exámenes de laboratorio, es más que suficiente; en realidad no se les pide mucho, pero sí lo justo.
El dengue es una enfermedad que puede controlarse, sí, pero si no se atiende de manera oportuna y no se toma el tratamiento correcto puede generar problemas que pongan en riesgo la vida del paciente.