POR Jorge Octavio González
Cierto es que la torpeza de Marko Cortés es imperdonable y le dio armas a MORENA para que se burlen de él y cuestionen la forma en la que los partidos de oposición se reparten las posiciones a lo largo y ancho de la República Mexicana.
Es inadmisible, desde luego, que los dirigentes nacionales del PRI y el PAN, para ir unidos en la elección a gobernador en Coahuila, hayan tenido la desfachatez de firmar un documento en donde se reparten, además de candidaturas a diputaciones y alcaldías, algo que sería normal, organismos autónomos, direcciones de escuelas, notarías y magistraturas.
No hay defensa en eso.
Pero del lado de Movimiento de Regeneración Nacional no tienen la autoridad moral para apuntar con el dedo a los priístas y panistas cuando el gobierno al que dicen defender y pretenden darle continuidad ha sido de los más corruptos que ha habido en los últimos 20 años.
En Latinus, noticiero conducido por Carlos Loret de Mola, exhibieron el segundo reportaje sobre el tráfico de influencias y atribución indebida de funciones de otro de los hijos de Andrés Manuel López Obrador.
El primero en ser expuesto fue Andrés Manuel López Beltrán, Andy, quien llama, da instrucciones y ordena a entidades gobernadas por MORENA que le asignen contratos millonarios a uno de sus amigos, Amílcar Olán, un joven tabasqueño que en este sexenio se ha vuelto multimillonario.
El segundo es Gonzalo López Beltrán, Bobby, quien, al igual que su hermano mayor, se inmiscuye en las decisiones del gobierno de su papá y también mueve sus influencias en los proyectos emblema de este sexenio para que le otorguen al mismo Amílcar Olán contratos millonarios para proveer balasto, la piedra triturada que va debajo de las vías del tren, para la construcción del Tren Maya.
Llamadas telefónicas y documentos oficiales confirman la veracidad de las investigaciones periodísticas, que no fueron desmentidos por el presidente López Obrador; cuando se refirió al tema hizo lo que mejor sabe hacer: insultar al periodista y preguntar cuánto gana y retarlo a intercambiar sus propiedades, en el entendido de que Loret de Mola tendría más que el propio presidente de México.
La que raya en el cinismo más absurdo es Claudia Sheinbaum, que hace todo lo posible por no aparecer ante los medios de comunicación y sólo realiza entrevistas pactadas, que hizo alusión al reportaje diciendo que Bobby López Obrador es honesto e incapaz de beneficiarse de algún negocio sucio en la administración.
Pero después, cuando da su discurso en escenarios controlados, la candidata a la presidencia de la República se burla del documento dado a conocer por Marko Cortés y se pone a cuestionar cómo es que se repartirían el botín en caso de ganar la presidencia de México.
En sus intervenciones se oye alarmada, casi sorprendida, de lo que podrían hacer en el PRI y en PAN con el país si volvieran el poder.
El cinismo es más que obvio: al margen de los actos de corrupción en el gobierno de AMLO y los negocios al amparo del poder de los hijos del presidente, algo en que lo probablemente ella no tenga nada que ver, nada dice de la denuncia de Sanjuana Martínez acerca de que, desde la Secretaría del Trabajo, le pidieron el 20% de las liquidaciones de los ex trabajadores de Notimex para la campaña de Claudia Sheinbaum.
En MORENA su candidata y sus voceros pueden cuestionar lo que quieran a la oposición, que tienen mucha cola que les pisen; lo que no pueden hacer es asumir que tienen la superioridad moral como para para señalar con el dedo a los de enfrente sin reconocer las corruptelas al interior de su casa.
Tan malo el documento firmado por los dirigentes Marko Cortés y Alito Moreno para ir unidos en la elección de Coahuila como los moches que pidieron en Notimex para la campaña presidencial de MORENA y, sobre todo, los actos de corrupción evidentes de los hijos del presidente en las obras emblemas de este sexenio, como lo son el Tren Maya, Dos Bocas y el aeropuerto Felipe Ángeles.
El cinismo en tiempos de campaña.