POR Luis Fernando Moreno Mayoral
Quien menos autoridad moral tiene para hablar sobre temas de seguridad y exigirle al gobierno estatal y federal que se ponga a trabajar en la materia es el septuagenario Arnoldo Ochoa González.
Al margen de que nunca se aclaró con documento en mano si reprobó o no los exámenes de control y confianza, lo que es un hecho es que su paso por la Secretaría General de Gobierno en la pasada administración fue desastroso por los altos índices de criminalidad que se generaron en la entidad.
No se diga la responsabilidad que tuvo en el levantón, tortura, asesinato y descuartizamiento de 7 policías que fueron enviados por tierra —otros más estuvieron por aire, en helicóptero— para escoltar a empresarios que ingresaron a un territorio controlado en su totalidad por un cártel de la droga.
Aunque su cese como funcionario del gobierno del Estado se debió a ese asunto, tenía que investigarse más a fondo para deslindar responsabilidades y sancionar a quienes permitieron que esa comisión de policías estatales fuera a la boca del lobo y solamente rescataran al familiar de un ex dirigente del PRI coludido con la delincuencia organizada.
No menos importante es insistir en que, por su indolencia, un tribunal en materia laboral le ordenó pagar los salarios caídos de los trabajadores que despidió en plena pandemia cuando fungió como dirigente del Revolucionario Institucional en Colima.
Hoy, olvidándose de esa infamia, Arnoldo Ochoa González se auto nombró como coordinador de la fracción del PRI en el Congreso del Estado y tiene el cinismo de subir a tribuna para pontificar sobre el Estado de Derecho y el respeto a la ley.
Al septuagenario AOG se le olvida que la gente sí tiene memoria y que tarde o temprano lo enviarán a donde pertenece: al basurero político de la historia.
**¿Y entonces el golpeteo y la guerra sucia era para obtener un convenio económico con la ex presidenta municipal? ¿Todo era por eso? Vaya exhibida se dieron.