El arte de diseminar odio por las causas

POR Luis Fernando Moreno Mayoral

El atentado a balazos en contra del auto del subdirector del Hospital de Especialidades IMSS-Bienestar en Colima debe ser investigado por las autoridades para deslindar responsabilidades, tanto por el ataque en sí como por si la autoridad médica incurrió en una negligencia que costó la vida de una o más personas.

No a cualquiera le balean su auto oneroso a plena luz del día y afuera de un lugar concurrido, ¿verdad?

Son tiempos de cólera, ciertamente: todos están enojados y nadie tolera la más mínima crítica.

Así los médicos como el magisterio colimense: a ellos hay que agradecerles que salvan vidas y enseñan a la niñez y defenderlos de toda afrenta que haya en su contra; los que los cuestionan son unos miserables que merecen el discurso de odio y las amenazas que profieren desde las redes sociales.

Hay médicos, en efecto, muy preparados y con la vocación; lamentablemente en la entidad son muy pocos y los malos galenos se cubren entre ellos las irregularidades que cometen.

En el IMSS, por ejemplo, hay infinidad de denuncias del mismo personal en contra de la delegada en Colima por los negocios que hace en complicidad con otras personas que están haciendo su agosto a costa de la salud de los colimenses.

No se diga los malos tratos de los mismos doctores, enfermeros y administrativos, amén de los salvajes elementos de seguridad privada de la empresa HIVICO, que son capaces de pegarle a ancianos y a niños con toda la impunidad que les permiten las autoridades de las clínicas y hospitales donde se subrogan sus servicios.

Con los maestros, sin embargo, sucede lo mismo: ellos deben ser respaldados por toda la gente en sus luchas, aunque ellos nunca salgan a dar la cara por otros gremios cuando están en apuros; de lo contrario merecen todos los epítetos, amenazas y reportes a las páginas que se atreven a cuestionar su actuar.

Ellos dicen, como mantra, que marchando también enseñan a los niños a luchar por sus derechos; lo que no dicen es que también los enseñan a ser sectarios, intolerantes y a responder con odio a una crítica que se les hace en los medios o en las mismas redes sociales.

Pueden tener o no razón en las protestas que realizan en las calles y dejar sin atención médica a los pacientes y sin clases a los niños; a lo que no tienen derecho ni unos ni otros es a manejar un nivel de intolerancia y sinrazón que se ve en sus escritos y respuestas a los comentarios críticos.

Porque si eso es lo que tienen para enseñar a los niños de Colima, entonces la educación que se imparte es de muy bajo nivel.

Deleznable, por cierto, que muchos de esos maestros incendiarios tengan, al mismo tiempo, denuncias por acoso sexual hacia alumnas menores de edad; pero ahí ya no se meten los líderes sindicales si no es para protegerlos con un cambio de escuela.

Ha quedado a un lado el respeto y el diálogo para solucionar los conflictos; ahora lo más sencillo es tomar calles y cerrar vialidades para presionar a las autoridades.

Y está bien: pueden hacerlo cuando quieran.

Pero deben estar conscientes de que no todas las personas van con ellos en sus luchas y los van a cuestionar cuando así lo consideren pertinente. Y si responden con un insulto o una amenaza deben saber que el pueblo bueno y sabio también se sabe defender.

Un albañil, en un video difundido hace varios años, puso en su lugar a maestros que, cerrados en su posición, bloquearon la avenida De los Maestros.