POR Jorge Octavio González
En el Congreso del Estado no tardaron tanto en exhibirse los diputados impresentables que, como si tuvieran autoridad moral, en cada sesión suben a tribuna a pontificar y a dictarle al oficialismo lo que se tiene que hacer para el bien de Colima.
En la sesión del pasado 31 de octubre, por ejemplo, el septuagenario Arnoldo Ochoa González tuvo un momento de senilidad y votó a favor de una reforma de Movimiento de Regeneración Nacional; cuando alguien le advirtió lo que había hecho, el legislador plurinominal quiso volver a votar para dejar constancia que no estaba a favor.
Por supuesto que, una vez que se hizo la votación, no hay manera de repetirla.
Arnoldo Ochoa González, en el archivo del Congreso del Estado, tiene consignado un voto a favor de la Reforma de Ininpugnabilidad.
El otro impresentable es Jesús Alberto Partida Valencia. El diputado que entró a la 60 Legislatura mediante engaños —fue puesto en la primera posición por su comadre Julia Jiménez como parte de la diversidad sexual— en cada sesión sube a tribuna y cuestiona la mayoría de los dictámenes que presenta el oficialismo como si el sujeto fuera una lumbrera de parlamentario.
En la sesión del 6 de noviembre, por ejemplo, se aprobó la Minuta con proyecto de Decreto por la que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de igualdad sustantiva, perspectiva de género y erradicación de la brecha salarial por razones de género.
El panista Beto Partida tuvo una participación moralina, pero al mismo tiempo reveladora. En su intervención, lanzó varias preguntas, sobre todo a las mujeres: “¿Han sentido un cambio sustancial en su beneficio? ¿Se sienten más seguras? Las mujeres siguen padeciendo en gran número violencia”.
Tiene razón el diputado.
Pero el juez por su casa empieza. ¿Por qué no actuó cuando tuvo conocimiento de la denuncia “por violencia intrafamiliar y lo que resulte” en contra de su amigo Riult Rivera, así como la de deudor alimenticio en el Poder Judicial de Aguascalientes? Ahí no dijo ni pío. Hipócrita.
Y aun cuando sus palabras suenan como si estuviera en el desierto, pues no tiene eco alguno ni son relevantes para los medios de comunicación, Beto Partida tuvo la desfachatez de ir a llorar a un programa de radio a quejarse de que MORENA limitó su participación en la sesión.
Lo que sucedió, en realidad, es que no le gustó el posicionamiento de una diputada de MORENA que habló sobre misoginia; cuando pidió el uso de la voz hizo un espectáculo atroz, machista y misógino que quedó grabado en las cámaras del Congreso del Estado.
Y cuando concluyó su participación, la diputada Andrea Naranjo Alcaraz le espetó el calificativo misógino a Beto Partida porque, en efecto, se comportó en tribuna como un patán y un cobarde que señaló con el dedo a las mujeres que, en sus diferentes áreas de responsabilidad, no estaban haciendo su trabajo como debieran.
Después de la tunda que le acomodó la diputada Naranjo Alcaraz, Beto Partida pidió el uso de la voz para responder; sin embargo, la Mesa Directiva fue muy clara y se le explicó que el tema en cuestión ya se había agotado y que no podía subir a tribuna a menos que tuviera otro tema.
Beto Partida continuó como energúmeno desde su curul gritando y exigiendo el uso de la voz para responder la misoginia que claramente protagonizó al descalificar a las autoridades mujeres por no estar haciendo su trabajo, según el panista.
Y así fue como se clausuró la sesión del 6 de noviembre, con un Alberto Partida Valencia sin la careta que llevaba todo el tiempo puesta: un sujeto machista, misógino, patán y sinvergüenza que no es capaz de reconocer el trabajo de las mujeres que están en cargos de relevancia y, sobre todo, sensibles como el de la violencia intrafamiliar.