POR Jorge Octavio González
La bancada de Movimiento de Regeneración Nacional en el Congreso del Estado es de un nivel bajísimo; da pena ajena escuchar los arrebatos y exabruptos en los que incurren cada uno de sus integrantes. Queda más que claro que ninguno de ellos debe repetir ni ser candidato en la siguiente elección ni debe ser premiado con otro cargo de primer nivel.
En la sesión de esta semana sucedió otro hecho que pinta de cuerpo entero a los legisladores de MORENA. Héctor Magaña, en una de sus intervenciones, cuestionó el perfil de cinco de los participantes en la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de Paz y Seguridad, que se reúnen todos los días sin tener resultado alguno.
Mencionó a la secretaria general de Gobierno, María Guadalupe Solís; Aída Pamela Caldera Caldera, secretaria Ejecutiva del Sistema Estatal de Seguridad Pública, y a Viridiana Valencia Vargas, delegada de Programas para el Bienestar. Pero también incluyó a ese insecto mini fiscal Bryant Alejandro García Ramírez y a Guillermo Navarrete Zamora.
Hizo un repaso de sus perfiles, de que en sus currículos no había nada referente a que hayan estado en cargos relacionados con la seguridad pública, y que, por tanto, no estaban debidamente capacitados para estar en una Mesa de Coordinación tan importante.
El primero en salir fue el bruto Armando Reyna. Acusó al diputado Héctor Magaña de ser misógino al cuestionar a mujeres. Leyó bien: señaló a Magaña Lara de misógino porque criticó a puras mujeres. Con un cinismo del tamaño del mundo, el tecomense señaló que no era válido que hiciera esos señalamientos y menos haciendo alusión a mujeres.
Pero la que de plano se deschavetó fue Ana Karen Hernández, la misma que hizo trampa en su reelección para la diputación local, pero al no ser impugnada logró ingresar a la 60 Legislatura. Sin tener el valor suficiente para subir a tribuna ella sola, se hizo acompañar de dos compañeras, Andrea Naranjo Alcaraz y Sonia Hernández.
Con letreros de “No más violencia contra las mujeres”, la diputada salió a cuestionar al priísta acusándolo de incurrir en violencia política en razón de género. Señaló que no era posible que hiciera señalamientos en contra de esas personas sólo por el hecho de ser mujeres.
Son varios los puntos que hay que aclarar sobre la participación de estos legisladores de MORENA.
Nadie de la bancada de MORENA tiene autoridad alguna para señalar a otros de violencia política en razón de género cuando todos ellos, incluidos sus aliados, protegieron al más misógino y señalado por agredir mujeres por parte de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia del CEN de MORENA y la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima: Vladimir Parra.
Cada que a alguien de MORENA se le llene la boca hablando de proteger a las mujeres y de que no se debe violentar a ninguna de ellas, se les debe recordar que encubrieron a Vladimir Parra sólo porque es parte de su grupo político. Es una vil mentira que sean defensores de las mujeres; ellos nada más condenan la violencia de otro lado, pero no si es en su casa.
Y el otro punto es que, ciertamente, cuando el burro Armando Reyna y Ana Karen Hernández Aceves suben a tribuna a acusar al diputado del PRI de misógino, en los hechos mienten con todo el cinismo y descaro: señalar los errores e incompetencia de funcionarios públicos, aunque sean mujeres, no es un acto de misoginia.
Ya basta que MORENA se escude en la violencia política contra las mujeres para encubrir su incapacidad para dar resultados y su desconocimiento del trabajo legislativo. No porque las cuestionen es violencia política; si no hay ninguna referencia a su vida personal o a su físico no es violencia política. Dejen de engañar a la gente.
A los legisladores Armando Reyna y a Ana Karen Hernández se les olvidó que, además de María Guadalupe Solís, Aída Caldera Caldera y Viridiana Valencia Vargas, también se mencionó a Bryant Alejandro García Ramírez y a Guillermo Navarrete. Al menos que a ellos no los consideren hombres.
Para los diputados de MORENA es fácil mentir y engañar a la gente; el problema es que las sesiones son públicas y cualquier persona las puede ver. Y si no es así, para eso estamos los medios de comunicación: para decirles lo que en realidad sucede en las sesiones, no lo que la bancada oficialista quiere.
Cuestionar a tres funcionarias en sus áreas de competencia no es agredir a mujeres; escudarse en la violencia política contra la mujer es lo más cobarde y miserable que pueden hacer para justificar su ineptitud y mediocridad.
Isamar Ramírez, por cierto, de nueva cuenta salió a relucir su vena autoritaria, su aspiración a sátrapa: volvió a reconvenir a Héctor Magaña cuando hablaba en tribuna porque se estaba refiriendo a su amiga. Lo bueno es que ya dejará de ser presidenta de la Mesa Directiva para el mes de marzo. Le dieron tantito poder y se creyó la dueña y señora del Poder Legislativo. Y hay que hacer la aclaración: ella también encubrió al agresor de mujeres Vladimir Parra.