Depredadores sexuales e inseguridad en la U de C

POR Jorge Octavio González

La manta colgada en las instalaciones del Bachillerato #1 de la Universidad de Colima denota, por principio de cuentas, que es mentira eso de que en la casa de estudios existe un protocolo para atender a las mujeres víctimas de acoso sexual, laboral y violencia de género.

Y lo otro, que no es menos importante, es que se burló la seguridad interna de la institución educativa para dejar un claro mensaje a uno de los maestros acusados de extralimitarse con una alumna, como sólo sucede en el mundo del crimen organizado.

Lo primero: la dichosa Unidad para la Atención a la Discriminación y a la Violencia de Género es, en realidad, un florero; de nada sirve una unidad tan rimbombante si no protege a las alumnas, muchos de ellas menores de edad, que sufren del acoso sexual de sus maestros en las aulas.

En ese asunto, sin embargo, el rector Christian Torres Ortiz Zermeño ha quedado a deber, sobre todo porque es de los que más ha presumido que se han despedido a profesores acusados de acoso laboral y sexual contra mujeres, ya sea alumnas o personal administrativo.

Ya habíamos comentado, con anterioridad, que dichas medidas sólo se aplican a los maestros que no tienen padrinos políticos y son utilizados como chivos expiatorios para calmar al animal hambriento de justicia. Lo cierto es que, si alguno de los maestros es conocido o familiar o amigo de algún ex rector, tengan la plena seguridad que no se le tocará ni con el pétalo de una rosa.

Tan de nada sirve la dichosa Unidad para la Atención a la Discriminación y a la Violencia de Género de la Universidad de Colima que, para advertir a un maestro que debe salir de Colima si no quiere que incendien la casa de sus padres, pusieron una manta, al estilo del narco, a las afueras de las instalaciones del Bachillerato #1, porque es más que obvio que de nada sirvió dicha unidad ni quien la dirige para resolver el asunto antes de que se hiciera público.

Y todo esto sucedió, por supuesto, sin que autoridad alguna de la casa de estudios haya advertido la presencia de los que colgaron el mensaje amenazante. Si hay personas que pudieron penetrar la seguridad de la Universidad de Colima y lograron hacer que el mensaje al maestro haya quedado perfectamente claro, qué seguridad pueden tener los alumnos y personal administrativo que acude todos los días a la institución.

El rector Christian Torres Ortiz Zermeño, elogiado recientemente por la prensa que tiene a su servicio por su Informe de Labores al frente de la Universidad de Colima, ni siquiera ha logrado que los protocolos para proteger a las alumnas de los depredadores sexuales sean efectivos y se salvaguarde su integridad.

Pero tampoco garantiza la seguridad de los maestros y alumnos y demás personal de la casa de estudios si un grupo de personas (esperemos que no sean integrantes del crimen organizado) logra burlar la seguridad del campus universitario y cuelga una manta amenazante a la vista de todos en el Bachillerato #1 en contra de uno de sus profesores.

Hasta el momento ni el rector Christian Torres ni el tan protagónico abogado general de la Universidad de Colima, Leobardo George Ocón, afecto a los reflectores, han salido a dar un posicionamiento acerca de lo sucedido con la amenaza velada que recibió uno de sus trabajadores.

Creen que, con tener a los medios maniatados, este tipo de situaciones no se darán a conocer a la opinión pública. Qué equivocados. Hoy, con las redes sociales en su máximo esplendor, todo lo que no pueda ser difundidos a través de los medios de comunicación se hará por internet.

Y aunque, en efecto, nadie de los medios de Colima difundió esta noticia, todos nos enteramos a través de las redes sociales y los grupos de WhatsApp.

Que lo quieran mantener oculto ya no es opción; en la Universidad de Colima deben tomar cartas en el asunto si no quieren una revuelta de padres de familia que, en lugar de saber lo que pasa con sus hijos a través de los canales oficiales, se entera a través de Facebook.

Lo dicho: a Christian Torres le quedó grande el encargo; esperemos que sólo esté un periodo al frente de la U de C y quede otro con capacidad y experiencia que maneje este tipo de asuntos delicados.