POR Jorge Octavio González
De entre todos los hechos de violencia que se suscitaron en diversos municipios de Colima esta semana, el que más indignó fue el ataque armado en Cuauhtémoc.
Y es que, sin demeritar los homicidios que se dieron en Colima, Villa de Álvarez y Manzanillo, lo ocurrido en la demarcación de Gaby Mejía rebasó todos los límites.
Dos jóvenes fueron acribillados y resultaron muertos en el ataque, pero con ellos venía una mujer y su pequeño hijo de meses, que también resultó herido de bala, aunque no se puso en riesgo su vida.
Las imágenes que circularon a las pocas horas, sobre todo en los grupos de WhatsApp, son escalofriantes: desde el vehículo cosido a tiros hasta los masculinos tirados en un charco de sangre, sin vida.
La madre y el hijo de meses, afortunadamente, no recibieron impactos en sus signos vitales; incluso mencionan que la mujer se puso encima del bebé para evitar que las balas llegaran a él.
El ataque armado, desde luego perpetrado por profesionales, fue cometido a unos metros de la clínica del IMSS, también en pleno centro del municipio que desgobierna Gaby Mejía.
Bien dicen que, en estas elecciones, la gente votó consciente de qué era lo que quería, pero también de lo que no quería. Y lo que definitivamente no quería era la continuidad de una administración indolente, frívola y cuya presidenta municipal se la pasó bailando y en campaña permanente en lugar de trabajar para los ciudadanos de Cuauhtémoc.
El voto ciudadano, el de los habitantes de Cuauhtémoc, fue por otra opción: por la candidata de MORENA y ex secretaria general de Gobierno.
Aunque es la virtual ganadora, Guadalupe Solís tiene que esperar hasta octubre para tomar protesta e implementar su plan de gobierno; en tanto, para desgracia de los que viven en el municipio, tendrán que aguantar a Gaby Mejía, que de inmediato se regresó a la presidencia para arreglar sus cuentas y cobrar los meses que restan de la administración.
A su regreso, sin embargo, ha estado muy activa y contenta de ir a eventos políticos; sin embargo, eso es resultado de la nostalgia de saber que sus planes fracasaron y que no podrá gobernar los próximos tres años el municipio de Cuauhtémoc.
Pero mientras tuvo el poder, se emborrachó de soberbia, de altanería, de indolencia y cinismo; ahora tendrá que aterrizar y asumir que en el siguiente trienio será parte del Cabildo y sólo tendrá voz y un voto.
Que le sirva de lección a Gaby Mejía: para la próxima, si es que desea continuar con su carrera política, debe rodearse de gente capaz y no mediocre y sinvergüenza que a todo le decían que sí.