POR Bibiano Moreno Montes de Oca
El cochinero de la secta Morena; Gaby ya es verde-guinda
El pasado proceso de selección de consejeros nacionales de la secta que es el partido de los nuevos ricos, celebrado entre sábado y domingo de la semana pasada, no resultó ninguna novedad: fue un cochinero en el que se pusieron en práctica todas las malas artes y mañas empleadas por el PRI en sus tiempos de esplendor, las cuales reciclan ahora los morenacos porque en su ADN político corre sangre priista. Así, hubo acarreos, compra de votos, operación tamal, robo de urnas (o urnas embarazadas); en fin, toda la parafernalia que viene de lo más primitivo y salvaje del México bronco encarnado en Morena.
Salvo que esta vez no hubo balazos, como ocurrió hace dos años por similares razones, los morenacos no defraudaron a nadie con su rupestre forma de comportamiento. El colimense (para vergüenza nuestra) Mario la Perra Colimota Delgado Carrillo, el pelele de amlo al frente de Morena a nivel nacional (en la asamblea general del próximo año ya lo echan del cargo a patadas, como es lo normal en esa secta) tuvo el cinismo de decir que hubo infiltrados que cometieron vandalismo en sus asambleas, como si no supiéramos cómo se las gastan esos malvivientes que militan en Morena.
Por lo que se refiere a Colima, lo que llamó la atención fue el descaro total con el que se comportó en esa jornada la senadora verde ecologista Gabriela Benavides Cobos, que en su afán entreguista a la causa morenaca puso su casa particular a la entera disposición de la mentada secta para que ahí se celebrara la elección de los delegados. Como se recuerda, Gaby Benavides llegó al cargo con la alianza del PRI y del PVEM, pero experta en el arte de la puñalada trapera (tiene a sus dos maestros: el acapulqueño tropical Nabor Ochoa López, así como a Virgilio Mendoza Amezcua), ahora ya está enteramente al servicio de los nuevos ricos del poder para lo que se ofrezca.
Una semana antes, en la visita que hizo a Manzanillo en adelantadísimo acto de campaña la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Cheinbaum Pardo, la foto de tres mujeres fue la que más atrajo las miradas de los suspicaces y muy politizados colimenses: esa en la que la tercia de reinas la conforman la propia precandidata presidencial, que aparece en medio de la Gobernadora Altozano y, obvio, la Gaby Benavides. Foto que circuló en las redes sociales con profusión, por cierto, lo que enfureció a la alcalde porteña, la mazorquera y reiterativa Gris Celda Martínez Martínez, a la que sus propios correligionarios la arrinconaron feamente en su propio terruño.
Así, cuando a la siguiente semana la senadora verde ecologista prestó su casa para que se llevara a cabo la elección de delegados de Morena, ya no hubo duda de qué lado masca la iguana. No obstante, su abierta y descarada alianza con el grupo de Indira Vizcaíno Silva y de la propia Claudia Cheimbaum, las aspiraciones políticas de Gaby Benavides de ninguna manera están garantizadas para los comicios del 2024, donde ella espera ser la abanderada de la alianza de Morena-PVEM a la presidencia municipal de Manzanillo, una posición que la mazorquera Gris Celda Martínez quiere heredarle a uno de los suyos.
En otra ocasión escribí en esta columna de culto que las cosas se les complicarían a los morenacos de Manzanillo en el 2024, pues ahora ya no hay ninguna duda que las posiciones van a ser muy disputadas por dos bandos muy bien definidos: el de la reiterativa Gris Celda Martínez y el de Indira Vizcaíno, aparentemente con más peso (político y económico). Así, el agarrón de greñas va a ser de pronóstico reservado a la hora del reparto, es decir, la fórmula al Senado de la República, el distrito federal II, los tres distritos locales electorales y, sobre todo, la presidencia municipal porteña, donde hasta el más enano de sus regidores se embolsa al mes 70 mil del águila.
Veamos: la Gobernadora Altozano quiere imponer como candidata a presidenta municipal de Manzanillo a Rosa María Bayardo, una inútil que no ha hecho nada en los cargos por los que ha pasado sin pena ni gloria (como diputada federal y secretaria estatal del indirato), pero ese cargo lo pretende igualmente la Gaby Benavides, que es del mismo grupo. Además, hay que ver cómo va a maniobrar la alcalde en funciones, que hará todo lo posible por evitar que quede alguna de las dos al frente del edificio de Juárez 100 que se encuentra en el centro histórico.
Una salida viable que yo le veo es que la senadora busque la reelección en el Senado de la República, lo que se mira en chino: ganó por la alianza PRI-PVEM; por tanto, con esa misma alianza tendría que ir por la reelección. Cambiar de partido no es opción: así no vale buscar reelegirse. La otra posible rendija es la de la diputación federal por el II distrito, si bien es cierto que eso a Gaby Benavides no le permitiría manejar un presupuesto millonario, como el del municipio porteño, donde ya hicieron de las suyas ella y su sensei Virgilio Mendoza con la famosa tarjeta bancaria para “gastos personales” ilimitados.
Aunque es un descenso político, el distrito federal II no es desdeñable para la buena mujer. Lo que tal vez ya no entre dentro de sus aspiraciones es un distrito local electoral. En fin: no por mucho madrugar amanece más temprano. Ni la Cheinbaum Pardo ni la Gaby Benavides tienen nada asegurado, políticamente hablando. Tampoco Gris Celda Martínez, pero eso ella lo sabe muy bien desde hace rato.