POR Jorge Octavio González
En el juicio político interpuesto por el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Colima en contra de Leoncio Morán Sánchez también están incluidos Ignacio Vizcaíno y Glenda Ochoa, quienes se ostentaron en la administración municipal como director jurídico y síndica, respectivamente.
Para tener la protección e impunidad en el Congreso del Estado, Locho Morán pactó con la gobernadora Indira Vizcaíno la entrega de sus dos diputados; más de un año duró el pacto de impunidad, hasta que desde la dirigencia nacional de Movimiento Ciudadano ordenaron la destitución de Morán Sánchez y deslindarse de MORENA en todas las entidades.
Locho Morán había cumplido su parte y se retiró con la convicción de que no sería tocado por autoridad alguna en los múltiples delitos que cometió cuando fue presidente municipal; ahora quedaban Ignacio Vizcaíno y Glenda Ochoa solos para decidir qué hacer.
Ignacio Vizcaíno, atendiendo la línea nacional, dejó la sumisión y el servilismo a MORENA y comenzó a hacer cuestionamientos duros y documentados; al menos ese es el MC que quería ver la sociedad, que a nivel nacional lo demuestran con las buenas intervenciones de Jorge Álvarez Máynez, Salomón Chertorivski y demás.
Glenda Ochoa, sin embargo, siguió los pasos de su corrupto jefe y decidió mantenerse en MC, pero, al mismo tiempo, votando con MORENA. La situación era insostenible hasta que tomaron la decisión en el partido naranja de expulsar de sus filas a la diputada y ex síndica de Locho Morán.
Ahora, como parte del partido oficialista en el Congreso del Estado, doña Glenda Ochoa se ha descarado a tal punto de defender el desabasto de medicamentos en el Hospital Regional Universitario y asegurar que todas las personas que acuden al lugar reciben sus medicinas en tiempo y forma.
La desfachatez de la mercenaria en cuestión es increíble; su conversión es sorprendente. Pero en el fondo se sabía que Ochoa estaba atada a la fracción de MORENA por el juicio político que hay en su contra; ella ya se había acostumbrado a ganar bien y no iba a permitir que una sanción por sus irregularidades como síndica la inhabilitara para ejercer un cargo de elección en los próximos años.
Su intervención en la sesión de la semana pasada, por supuesto, deja entrever cómo Glenda Ochoa es capaz de arrastrarse con tal de seguir impune y cobrar de los impuestos de los colimenses. No le importa subir a tribuna y mentir descaradamente, además de confundir a la población al subir videos maquinados en donde casualmente llega gente al HRU y recibe todos los medicamentos que necesita. Más montado no puede ser.
El problema es que la diputada de MORENA ha perdido toda autoridad moral para cuestionar a los demás de cualquier cosa; ella ha demostrado no tener dignidad, ser una lazarilla más, como les dijo Priscila García en su momento a los aliados oportunistas, y no defender los derechos de los colimenses.
Ella defiende, en primer lugar, su propia supervivencia en la política; en segundo lugar, el acuerdo con su patrón y corrupto Locho Morán. Pero lo más importante es que perdió toda credibilidad para representar a los ciudadanos, quienes ven cómo su diputada es capaz de arrodillarse ante la fracción oficialista con tal de mantenerse en la impunidad.
Qué vergüenza de diputada. Qué miserable. Glenda Ochoa demostró no tener vergüenza.