POR Bibiano Moreno Montes de Oca
A muchos que son amantes de la ciencia ficción más de una vez se les ha ocurrido la pregunta básica: ¿existe un mundo paralelo al que conocemos? En todo caso, la pregunta fundamental sería: ¿qué tiene que hacerse para ir a esa tercera, cuarta, quinta o como se le quiera llamar a esa dimensión?
Bueno, de entrada tendría que decir que eso es algo a lo que intenta responder la extensa novela (827 páginas) La ecuación Dante, cuya autora es la escritora gringa Jane Jensen.
Escrita en el 2005, año en el que causó sensación en España (de donde llegó a México con todo y traducción madrileña), la novela aborda una historia que a más de alguno le hubiera gustado haberla escrito: exponer el tema con bases científicas y filosóficas, pero no sólo de un mundo paralelo, sino a un total de cuatro. Porque es a cuatro dimensiones distintas a las que viajan los personajes protagónicos de La ecuación Dante.
Si bien se le ha querido comparar con la novela paradigma de Dan Brown, El Código Da Vinci, la realidad es que la trama de Jane Jensen se centra más bien en la ciencia ficción, aunque ciertamente bordea un poco el tema de las conspiraciones, pero sin llegar a ponerse al nivel del también autor de Ángeles y demonios, de Umberto Eco o de Patrick Graham.
Veamos: la ecuación Dante (que es, asimismo, el título de la novela) es una onda de energía a la que en física se conoce como uno-menos-uno. Esa corriente lo mismo puede servir para causar destrucciones masivas que para mejorar la situación del planeta (por ejemplo, poder alimentar a la población sin tener que preocuparse por la escasez). Todo depende del uso que se le quiera dar y según el que tenga el control en sus manos.
La novela, pese a lo extenso, es bastante entretenida: inicia como un thriller que aborda el tema de las conspiraciones, pero más adelante pasa de lleno a la ciencia ficción al conducirnos a un rabino desaparecido durante la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración de Auschwitz, donde alcanzó a escribir un texto llamado El libro del tormento.
No obstante el título, el tal libro no se refiere a los tormentos que los nazis le infligían a los judíos, sino a la fórmula para poder viajar a otra dimensión.
Contrario a lo que se pudiera esperar, la novela de Jane Jensen no abusa de la terminología de la física, sino que sólo emplea lo esencial para explicar por qué ya desde la década de los 40 del siglo pasado había alguien que había viajado a una dimensión paralela a la nuestra.
Y es precisamente la búsqueda de El libro de los tormentos, paralela al descubrimiento de la onda uno-menos-uno de parte de una científica y su asistente, lo que desata toda una serie de persecuciones por varios puntos de Estados Unidos, Europa y Asia, en los que participan lo mismo la CIA y el Mosad.
El punto de reunión es lo que fue el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, justamente el lugar del que misteriosamente desapareció el prisionero rabino. Los protagonistas, la científica y su asistente, un rabino estudioso de la Torá, un periodista de investigación y un agente de la CIA, cada uno por su lado, van a parar a mundos paralelos diferentes entre sí y, por supuesto, al que conocemos los humanos.
Es interesante la forma como describe los cuatro mundos paralelos la escritora Jane Jensen, pues los protagonistas de la novela caen precisamente al lugar que se supone les correspondería ir al morir.
Así, el rabino va a dar al mundo en el que habita su colega desaparecido en la Segunda Guerra Mundial y autor de El libro de los tormentos; el agente de la CIA llega a un mundo militarizado y fascista, en el que han desaparecido los derechos ciudadanos; la científica y el asistente llegan a un planeta habitado por una civilización alienígena que está a punto de extinguirse, y el periodista se mete a una tierra con personajes primitivos que son víctimas de bestias sanguinarias a las que tienen que rendirles tributo con sacrificios.
El rabino Yosef Kobinski, que es el eje de la historia, describe así el mundo al que llegó su colega y estudioso de la Torá, Aharon Handalman, estupefacto por lo que ven sus atónitos ojos:
“Ha atravesado un agujero en el espacio-tiempo que le ha llevado a la quinta dimensión. O bueno, en realidad separó su energía de las dimensiones inferiores del espacio y el tiempo, las dimensiones físicas. Lo separó sólo durante una fracción de segundo pero durante esa fracción de segundo, su energía, su ´alma´ si quiere, fue el lugar de la quinta dimensión que más se le parece. Porque la quinta dimensión está fuera del espacio y el tiempo, ¿lo entiende? En la quinta dimensión no hay ´aquí´ ni ´allí´; sólo hay una forma de organizar los datos, a cada uno lo suyo. Esa es la ley. Después de atravesar el agujero, su energía volvió a reunirse con las dimensiones físicas. Pero cuando volvió a unirse, a usted se le vinculó al lugar físico más parecido al lugar donde su alma había ido en el continuo. Y el lugar al que lo vinculó fue éste”.
Como explico líneas atrás, a cada uno de los personajes le tocó una dimensión diferente. La del rabino Aharon Handalman fue una especie de imperio romano intemporal, con todo y lucha a muerte entre gladiadores en un coliseo. El agente de la CIA cae a una dimensión en la que la gente se parece mucho a los nazis de la Segunda Guerra Mundial, pero con ciertos rasgos a los que se tiene que adaptar mientras permanece ahí.
Al periodista no le va mejor: llega a un mundo atrasado en el que se tienen que hacer continuos sacrificios a unas bestias parecidas a los hipopótamos (pero estos animales no son carnívoros, mientras que las bestias que se les parecen sí), aunque la vida es casi regalada. A la científica y su asistente les toca viajar a una civilización cercana a su fin, pero la que al final de cuentas es la que ayuda a todos a que regresen a su mundo.
La autora de La ecuación Dante no escatima recursos literarios para ofrecernos una historia completa, muy digna de las de ciencia ficción que ya han abordado el tema de los mundos paralelos al nuestro en forma seria o incluso en plan de comedia, como el caso de la segunda parte de la trilogía Volver al futuro.
*Columna publicada el 13 de diciembre de 2014.