AOG salta del barco que se hunde (PRI)

POR Jorge Octavio González

El septuagenario Arnoldo Ochoa González anunció su renuncia a la dirigencia estatal del PRI.

Lo que para algunos podría ser motivo de celebración, para otros, sin embargo, es la salida fácil de un sujeto siniestro que utilizó el partido para su propio beneficio y regalarse la primera posición plurinominal.

Y es que, ciertamente, Arnoldo Ochoa se va del PRI, pero deja un cochinero y deudas que le heredará al tonto útil que aceptó la dirigencia estatal, que no es otro que Kike Rojas Orozco.

Se va, además, en medio de serias acusaciones de los dirigentes de Movimiento Ciudadano en torno a las amenazas a la cobarde magistrada presidenta del Tribunal Electoral de Colima para modificar su resolución a modo de los intereses de la mafia del poder que viene dañando Colima desde los últimos 30 años.

Perverso, turbio, aunque ya demacrado por su enfermedad, Arnoldo Ochoa González aún se aferra al hueso que significa ser diputado local en la próxima Legislatura sin hacer campaña.

¿Qué cuentas deja como dirigente del PRI estatal?

Más de 3 millones de pesos en salarios caídos para diez trabajadores del Revolucionario Institucional que se negó a pagar hasta el último día de su gestión al frente del Comité Directivo Estatal del partido tricolor, aun cuando había una sentencia firme de un tribunal en materia laboral que le ordenaba indemnizar a quienes echó como animales en plena pandemia.

Las posiciones plurinominales en el Congreso del Estado las repartió entre las facciones al interior del PRI, una de ellas para la hija de un ex gobernador mafioso y lleno de odio hacia quienes no piensan como él, y otro para el sujeto que no sabe cómo definirse pero que se tuvo que arrodillar (algo que le gusta hacer cotidianamente) para borrar sus publicaciones en Facebook sobre el desaseo en el proceso interno donde se benefició al patán y corrupto Carlos Antonio Cárdenas Roque en la diputación local por el Distrito II.

Las candidaturas a los cargos de elección popular, como la diputación federal por el Distrito II, fue vendida al empresario multimillonario Nazario Rodríguez Guerra, el mismo que estaba muy cómodo con escolta de la Federación sin pagar un solo peso, pero que hace poco, como él mismo lo anunció, le fue retirada porque los elementos se necesitan para cuidar a quienes en realidad han sido amenazados por el crimen organizado.

Otra candidatura que se vendió fue la alcaldía de Tecomán, donde el beneficiario fue el también empresario Óscar Ávalos Verdugo, quien así obligó a Rigoberto García Negrete a salir de la fracción del PRI para competir por la candidatura a través del PAN, donde la dirigente Julia Jiménez negoció su propia diputación federal plurinominal a cambio de dejar fuera a Rigo, pero también a su hermano José Guadalupe de la candidatura al Senado de la República.

Y la joya de la corona: prefirieron sacrificar la alcaldía de Colima con tal de que no ganara quien estaba perfilada para reelegirse; en su lugar decidieron imponer a un sujeto mediocre, cobarde y sin la más mínima posibilidad de ganar una elección: Riult Rivera.

Arnoldo Ochoa González se va del PRI, pero, mañoso y cínico como es, se apresta a tomar protesta como diputado en la próxima Legislatura; los problemas de dinero y los pésimos resultados que tendrán el 2 de junio se los dejará a Kike Rojas, que poco o nada podrá hacer para enderezar el camino del priísmo.

Pero él no tiene la culpa; sólo aceptó ser el sepulturero del PRI.

A ver qué dicen los trabajadores que reclaman más de 3 millones de pesos cuando Arnoldo Ochoa les diga que ya no es el dirigente y que ahora el responsable de pagar es Kike Rojas.

Triste y humillante final para quien tuvo el sueño de ser gobernador de Colima, pero se conformó con un interinato que pasó sin pena ni gloria, todo por sucumbir a las presiones de quien no se cansa de meterse en la vida interna del partido y de la vida democrática de Colima.

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