POR Luis Fernando Moreno Mayoral
La marcha por la democracia fue el inicio de la campaña por la presidencia de la República y por conformar una Cámara de Diputados y Senadores que no permita el exterminio de las instituciones y la concentración del poder en una sola persona.
Sorprendió que, sin ser mencionado por ninguna de las organizaciones que invitaron a la movilización, la gente haya gritado, al unísono, en repetidas ocasiones: ¡Narcopresidente! ¡Narcopresidente!
Lo que tanto irritó a Andrés Manuel López Obrador durante dos semanas, con las tendencias en X, antes Twitter, #NarcoPresidenteAMLO, fue, para mala fortuna del presidente de la República, replicado por miles y miles de personas que se unieron en una sola voz en el Zócalo de la Ciudad de México.
En sus conferencias mañaneras, donde dice todo lo que quiere sin probar absolutamente nada, AMLO decía que los hashtags en X fueron inflados por bots pagados; el propio Mario Delgado Carrillo llegó al extremo de afirmar que esa campaña costó 1 millón de dólares a la semana a la oposición para mantener en tendencia el golpeteo a López Obrador y a Claudia Sheinbuam.
Pues el domingo 18 de febrero, enfrente de Palacio Nacional, el presidente de México pudo constatar que el epíteto narcopresidente no era sólo una estrategia de guerra sucia en redes sociales, sino que, incluso, fue replicado por la gente que se congregó en la plancha del Zócalo capitalino y repitieron en coro demasiadas veces.
Ese fin de semana no fue tan bueno para el inquilino de Palacio Nacional. La propia Fiscalía General de la República, después de darse a conocer la entrevista que Latinus hizo con el líder criminal de Los Ardillos, envió un comunicado en donde informa que se abrió una carpeta de investigación sobre lo dicho por el delincuente y le pide de favor que acuda a las oficinas de la dependencia a dejar las pruebas que sustentan sus señalamientos en contra del presidente de la República.
Curioso que, mientras la estrategia de MORENA en medios y en redes sociales era desacreditar el reportaje y decir que era un montaje, que Celso Ortega Jiménez no era el encapuchado, que Los Zetas no existían en el 2006, la FGR tumbó su campaña de contención para validar la información y citar al líder de Los Ardillos, el mismo que se sentó a comer por más de dos horas con la presidenta municipal de Chilpancingo, Guerrero, Norma Otilia Hernández, a que lleve las pruebas de sus afirmaciones.
Y en tanto Xóchitl Gálvez Ruiz hizo bien en no acudir a la marcha por la democracia, para que fueran los ciudadanos los que se expresaran, sus aliados no siguieron su ejemplo y decidieron acudir al Zócalo a dar herramientas al oficialismo respecto a que la marcha no era tan ciudadana como se vendía.
En Colima no se diga: con su presencia, los corruptos de siempre fueron a marchar y se dejaron tomar fotos para enlodar una movilización que debía ser estrictamente ciudadana, sin siglas partidistas; para defender la democracia, no a candidatos.
El coro al unísono de ¡Narcopresidente! y la petición de la Fiscalía General de la República a que declare Celso “N” fue un triunfo para la oposición, aunque el domingo no le hayan hecho caso a Xóchitl Gálvez y, con todo el cinismo del mundo, se presentaran a marchar como si fueran ciudadanos común y corrientes, cuando han sido privilegiados en cargos y candidaturas de primer nivel desde hace más de 20 años.