POR Jorge Octavio González
Si hubo algo lamentable que ver en estos días fue cómo el gobierno federal, a través del secretario de Gobernación, logró doblar a senadores del PRI y del PRD para que votaran a favor de la permanencia del Ejército Mexicano hasta el 2028 en tareas de seguridad.
Los expedientes judiciales, las amenazas y los cañonazos de dinero lograron convencer a algunos de traicionar los acuerdos pactados con anterioridad en la Alianza Va por México. Alejandro Moreno Cárdenas, Alito, fue el eslabón más débil por donde se pudo romper la alianza que se veía demasiado sólida después de las elecciones del 2021, cuando lograron evitar la mayoría calificada para MORENA en el Congreso de la Unión y ganaron la mayoría de las alcaldías en la Ciudad de México.
El método del chantaje, la extorsión y las amenazas de cárcel para el dirigente nacional del PRI surtieron efecto y hoy, a pesar de que hace diez días habían logrado que la iniciativa se regresara a comisiones porque no tenían los votos suficientes para aprobarla, extendieron la permanencia del Ejército cuatro años más de lo que se había acordado en un principio.
Se doblaron, ciertamente; el tiempo que se le dio al gobierno federal para operar fue un éxito para la causa del presidente de la República. Pero ya encontraron la forma de doblar a los enemigos políticos: con todo el aparato de Estado a su disposición, con expedientes judiciales pendientes, unos de los senadores y otros de sus familiares, con una campaña de linchamiento en redes sociales y en medios de comunicación afines.
MORENA va por todo; no se va a contener para sus propósitos más inmediatos. En Colima, por ejemplo, están aplicando la misma que a nivel nacional. Aunque no han notificado a José Ignacio Peralta Sánchez del juicio político en su contra, a Carlos Arturo Noriega García le dieron tiempo para ampararse y a Leoncio Morán Sánchez de igual manera lo han protegido por regalarles dos votos a la fracción de Movimiento de Regeneración Nacional en el Congreso del Estado, todo por mantenerse calladitos y cooperando, su objetivo ahora es ir por los que no se han alineado.
A Héctor Magaña, que ha sido un crítico férreo del gobierno del Estado, le acaban de notificar un juicio político de cuando era regidor del ayuntamiento de Villa de Álvarez por, según dijo el presidente de la Comisión de Responsabilidades del Poder Legislativo, Armando Reyna, tomarse el priísta y otros ex funcionarios atribuciones exclusivas del gobierno del Estado en torno a la circulación de mototaxis en la ciudad villavarense.
El propio coordinador de la fracción del PRI en el Congreso del Estado dijo que no le preocupa en lo más mínimo que comience el hostigamiento hacia su persona. “Si señalar las injusticias y la corrupción de este Gobierno significa me inventen anomalías, está bien”, escribió en sus redes sociales. Y remató: “prefiero mantener mis ideales y mi convicción en la lucha social antes que postrarme al poder”.
Muy bien. La postura del legislador es digna de alguien que asegura que no se dejará doblegar por las mentiras, el acoso y las amenazas de quienes ostentan el poder hoy en Colima. Veremos si así se mantiene hasta el final. Porque, hay que decirlo, lo mismo dijo Alito Moreno cuando comenzaron la campaña de lodo en su contra e iniciaron en el programa de la gobernadora Layda Sansores los audios de conversaciones privadas y llamadas telefónicas en donde confesaba un delito nuevo cada semana.
Alito Moreno dijo, todo envalentonado, que primero lo tendrían que matar antes de verse arrodillado y al servicio del gobierno de MORENA. Y pues no se murió ni lo mataron; él solito se fue a los brazos del gobierno federal y operó, desde la Cámara de Diputados, la militarización de México con la ampliación de la permanencia del Ejército en las calles hasta el 2028, cuatro años más de lo acordado al inicio del gobierno de López Obrador.
Esperemos que las palabras de Héctor Magaña sean ciertas y no se doblegue antes las amenazas y la guerra sucia que iniciarán desde el gobierno del Estado, como ya lo hicieron algunos de sus compañeros como Lizzie Moreno Ceballos, Fernanda Salazar, Rigoberto García Negrete, Priscila García y otros más que, con tal de que nadie los moleste en sus cuentas ni hurguen en su pasado, votan todo lo que les envían desde el Poder Ejecutivo sin cambiarle una sola coma.
También a Crispín Guerra le está llegando la lumbre a los aparejos, con la filtración de un oficio en donde, a pesar de que en un inicio habían acordado que la coordinación de la fracción del PAN en el Congreso del Estado sería rotativa cada año, la dirigente estatal Julia Jiménez determinó, como son sus atribuciones, que continúe el diputado al frente de la bancada panista. El golpe viene de su propia compañera vía un funcionario municipal conocido por traidor y corrupto.
Abundaremos.