POR Luis Fernando Moreno Mayoral
No hay, en estos momentos, ninguna figura política en la oposición que le haga sombra a Indira Vizcaíno Silva: los que hay, que son los que acaban de entrar a sus respectivas responsabilidades, son improvisados que, por falta de experiencia y torpeza, están improvisando y tropezando sin ton ni son.
La gobernadora del Estado replicará la política del sexenio pasado: nadie debe brillar más que ella, nadie debe sobresalir ni tampoco robarle protagonismo; quien lo haga será relegado al ostracismo.
¿Pero saben quién no será sumisa ni bajará la mirada ante ella? La presidenta municipal de Manzanillo, Griselda Martínez Martínez.
Las dos pertenecen a grupos antagónicos dentro de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA); en el pasado reciente se pelearon a muerte y todo alcanzó a detenerse gracias a la orden que vino desde lo más alto de la esfera política nacional.
Pero los agravios no se olvidan; menos para una gobernadora que ha demostrado su talante autoritario. Indira Vizcaíno no olvida que Griselda Martínez se metió con lo más sagrado, con su proyecto político transexenal: Rosa María Bayardo, quien buscaba ser impuesta como la candidata a la alcaldía de Manzanillo por MORENA.
Hubo una medición se fuerzas que comenzó a debilitar el proyecto a la gubernatura; quienes se dieron cuenta lograron convencer a Vizcaíno Silva que lo mejor en lo inmediato era ceder la candidatura a la presidencia municipal, aunque con ello resultara beneficiada Griselda Martínez.
Una cosa debe quedar claro: si Indira Vizcaíno lograba imponer a Rosi Bayardo como la candidata a la alcaldía, Griselda Martínez operaría en contra y no sólo se perdería la alcaldía porteña sino la gubernatura del Estado.
Griselda Martínez se disciplinó y ganó la partida; se reeligió y estará gobernando el municipio más importante económicamente hablando. Y aunque en estos momentos las dos se tomen fotos y sonrían, lo cierto es que las diferencias no han quedado atrás.
No será en estos momentos, ni para el próximo año; sin embargo, antes del 2024 habrá otra medición de fuerzas y la repartición de las candidaturas será el punto de quiebre en el pacto que hasta ahora han respetado.
Se viene, pues, un pleito de pronóstico reservado.
*Columna publicada el 5 de noviembre de 2021
PD. No soy adivino, pero casi: a más de un año de este ORDEN POLÍTICO, está sucediendo todo lo que dije.