POR Jorge Octavio González
¡Cierra el paso! ¡Cierra el paso!, se escucha que se dicen entre los policías por su radiotransmisor, sobre la Avenida Constitución, casi al llegar al Tercer Anillo Periférico, para detener al vehículo color negro conducido por un joven herido de bala, que iba manejando a exceso de velocidad para llevar a su mujer embarazada a recibir atención médica.
Le cerraron el paso y lo obligaron a detenerse. ¡Bájate del vehículo! ¡Bájate del vehículo!, le gritó un oficial al conductor, con la camiseta blanca impregnada de sangre, para ordenarle que se bajara del auto.
¡Bájate del vehículo! ¡Bájate del vehículo!, volvió a repetir, más enojado, mientas abría la puerta del copiloto, donde se veía a la mujer embarazada somnolienta, a punto de desvanecer; en señal de protección se llevaba las manos hacia su vientre ante la amenaza que significaba que el policía les estuviera gritando y a punto de sacarla a la fuerza.
El intercambio de órdenes cambió de lugar: ahora el otro policía se dirigió hacia el piloto, el hombre que venía manejando a exceso de velocidad, sí, pero consciente y todo con tal de proteger a su mujer y a su hijo; con cara de dolor y desesperación, con las manos manchadas de sangre, le hizo ver al oficial que tenía que llegar rápido al hospital.
¡Bájate y súbete!, le gritonea el policía al joven, de manera prepotente, para señalarle que debe subir a la patrulla; el conductor del vehículo negro le insiste, desesperado, que lo comprendan, que lo ayuden; ya no sabe cómo dirigirse a las autoridades, pues cada segundo que pasan detenidos, hay más posibilidades de que el bebé y la madre mueran.
El video se cortó abruptamente; después de dos minutos de venir grabando la persecución se dieron cuenta que la estaban regando. La especulación, ciertamente, no se hizo esperar: todos los comentarios en las redes sociales fueron de desaprobación hacia el actuar de los policías. Nadie podía creer que, con tal de detenerlos y salirse con la suya, fueran capaces de poner en riesgo la vida de una mujer y su hijo en el vientre; fueron repudiados por toda la sociedad que vio, grabado por ellos mismos, cómo se dedicaron a perseguir a dos personas que acababan de ser víctimas de un ataque armado en lugar de ir detrás de los que accionaron las armas de fuego.
La solución del gobierno del Estado fue enviar un comunicado que los exhibió de cuerpo entero como unos miserables y mentirosos; la narrativa no coincidió para nada con lo que miles y miles de personas vieron en las redes sociales. Y lo peor: no fue un relato de alguien que vio el suceso o alguien ajeno que grabó sólo una parte, sino fue la filmación de los mismos policías que, con ese video, creyeron que se iban a ganar un ascenso dentro de la corporación por las maniobras que tuvieron que hacer por distintas calles de la ciudad de Colima para detener a un joven herido de bala que llevaba desesperado a su mujer y a su hijo al hospital para ser atendidos.
De acuerdo a la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de Paz y Seguridad de Colima, recibieron un reporte de detonaciones de armas de fuego en la colonia Lomas de Vista Hermosa en el norte del municipio de Colima; dijeron que las corporaciones acudieron al lugar sin encontrar a los presuntos responsables (¿algo raro?), pero al ir circulando por la zona detectaron un auto que se alejaba a alta velocidad y que coincidía con las características del reporte.
“Unos minutos después del reporte, elementos de la Policía Municipal de Colima le dieron alcance al vehículo sobre Avenida Constitución cerca del Tercer Anillo Periférico”, añadieron en el comunicado. Falso. En el video se ve claramente que es la policía estatal la que está en la persecución y que la policía municipal está detrás, acompañando.
“En el intercambio verbal con las personas agredidas, las corporaciones presentes en el lugar decidieron que para salvaguardar la vida de las personas lesionadas y, dado que el conductor expresó estar en condiciones de manejar, no esperar una ambulancia y trasladarse escoltados por los elementos hasta un hospital”, escribieron este galimatías que ni ellos mismos entendieron.
El intercambio de palabras, o sea los gritos y las órdenes autoritarias de que se bajara el conductor para subirse a la patrulla, fueron de los elementos de la Guardia Nacional. Si así es el intercambio de palabras entre ellos, no nos imaginemos lo que dicen cuando se enojan o cómo tratan a los civiles o a los presuntos delincuentes.
Hasta la noche de ayer, esto es lo que se sabía de la pareja baleada por sicarios que se les emparejaron en su vehículo:
La mujer embarazada ingresó al quirófano; el joven herido en stock, y el bebé muy delicado. Gracias a la policía.