POR Luis Fernando Moreno Mayoral
Indira Vizcaíno tiene una particularidad: no se pronuncia sobre ningún tema que no sea el que ella imponga en su agenda mediática, ya sea en sus redes sociales o en el stand up Diálogos por la Transformación.
La gobernadora es tan narcisista que, cuando la cuestionan sobre un asunto en alguna conferencia o entrevista banquetera con los medios de comunicación, de inmediato responde que eso ya lo había dicho en sus redes sociales o en lo que ella misma calificó como la mejor herramienta de comunicación que tiene su gobierno: los Diálogos…
Ella asume que si un ciudadano quiere informarse tiene que ver sus cuentas de Facebook o de Twitter o de Instagram; porque TikTok y YouTube no tiene.
Indira Vizcaíno, por tanto, cree que los cerca de 100 mil seguidores que tiene en su cuenta de Facebook son personas reales y que están al pendiente de lo que sube; lo que no imagina o desconoce es que una gran cantidad de esos seguidores no existen o son de su grupo de comunicación que infla los números y se la pasan aplaudiendo a la gobernadora cuando en una crisis la están atacando sin piedad.
Lo que le molesta sobremanera es que le impongan la agenda sobre temas que no son de su interés o de su plan de gobierno; es el caso de la inseguridad o de las finanzas públicas o de los desvíos millonarios de los funcionarios de la pasada administración, a quienes parece no querer tocarlos ni con el pétalo de un citatorio.
En el caso de la inseguridad, por ejemplo, la masacre en el CERESO el pasado 25 de enero no le mereció una sola palabra a la gobernadora; en su lugar dejó que el secretario de Seguridad Pública de Colima, Manuel Llerandi, hoy cesado por incompetente, fuera el que respondiera a todas las interrogantes. Y cuando algún reportero volvía sobre el tema, Indira Vizcaíno hacía una mueca de desagrado y se bajaba del templete para que el funcionario de seguridad retomara la palabra.
En el caso de las finanzas públicas, por otro lado, cuando se descubrió el aumento obsceno de hasta el 70% en las percepciones de la gobernadora y su círculo más cercano, la mandataria dejó que fuera el torvo golpeador Víctor Torrero Enríquez, subsecretario de Administración del gobierno del Estado, el que respondiera los cuestionamientos de los medios de comunicación. Y así fue como Indira Vizcaíno quiso deslindarse de ese aumento de sueldos que generó indignación entre los colimenses.
No fue sino hasta que se dio cuenta de la gravedad del problema que tuvo que salir a disculparse y a pedir al subsecretario que diera revés a la decisión de los incrementos salariales. Eso, por supuesto, le molestó como no tienen idea.
En el show Diálogos por la Transformación de hace semanas, donde contenta invitaba a los colimenses a asistir a los festejos patrios la noche del 15 de septiembre, le preguntaron sobre los jóvenes estudiantes atacados a balazos, la desaparición de un empleado de la Delegación de Programas para el Bienestar de Colima y demás hechos de violencia suscitados en días recientes.
Indira Vizcaíno no tuvo otra opción más que responder que había avances en las investigaciones sobre los alumnos universitarios y agregó que pediría al secretario de Seguridad Pública y al fiscal general que dieran a conocer la información que se pueda hacer pública sobre el asunto. Y sin más dijo que los homicidios habían disminuido desde junio…obviando e ignorando la desaparición del joven Jesús Antonio Eustaquio Calvario, trabajador de la Delegación del Bienestar.
Previo a la conferencia de Indira, la Universidad de Colima envió un comunicado enérgico en donde condenaba el cobarde ataque y exigía a las autoridades esclarecer el crimen lo más rápido posible.
Y si ya había avances en la investigación del ataque a balazos a los estudiantes, tal como lo dijo la mandataria estatal, ¿por qué a casi medio mes de ocurrido el hecho no ha salido ni el nuevo secretario de Seguridad Pública ni el mini fiscal a informar lo que se pueda decir públicamente?
Aunque Indira Vizcaíno tiene cooptado a la mayor parte de los medios de comunicación en Colima, no podrá evitar que le pregunten sobre temas incómodos o que no le gusta abordar; tendrá que resignarse a que algunos medios, aunque pocos, no daremos tregua al gobierno del Estado y seguiremos alzando la voz para exhibir las corruptelas y perversidades de los que llegaron diciendo que no eran iguales a los de antes, pero demostraron ser peores y más ineptos.