Martha siembra discordia y odio en Manzanillo

POR Jorge Octavio González

Los que se dedican a sembrar discordia y al pleito están donde tienen que estar, fue lo que, someramente, dijo la gobernadora Indira Vizcaíno sobre quienes desinformaron a los vecinos de la unidad deportiva infantil de Manzanillo.

La destinataria acusó recibo: Martha Zepeda del Toro.

Perdedora nata en elecciones constitucionales, la regidora no desaprovechó la oportunidad de salir del ostracismo en el que se encontraba, donde peleaba sola con su sombra en el Cabildo de Manzanillo, por la relevancia que le dio la mandataria estatal con sus declaraciones.

Cierto es que, respecto al nivel de los personajes, no debió ser la gobernadora la que saliera a exhibir el borlote que pretendía hacer Zepeda del Toro para reventar el evento presidencial del pasado domingo; no debió rebajarse a contestarle a una política marrullera y sin relevancia porque no merece la más mínima atención quien sólo vive de la discordia y el odio.

Martha Zepeda, sin embargo, tuvo la atención que no merecía para responder lo que dijeron de ella; el problema es que repitió la misma desinformación que les dio a los vecinos que creen que van a ser afectados con la construcción de viviendas.

Aunque la misma regidora ha aceptado de viva voz que durante los seis años de la pasada y gris administración, donde la ex presidenta gobernó a capricho y a contentillo de intereses personales y oscuros, se desatendió sobremanera la unidad deportiva infantil, hoy quiere colgarse de la causa para que la gente sepa que existe.

Y es que, sinceramente, Martha Zepeda del Toro es una figura política insignificante, que gusta del pleito y de la vulgaridad para atraer los reflectores; como activista es nefasta y como gobernante es peor.

Como síndica de la pasada administración, corrupta e indolente a más no poder, Martha Zepeda actuó como secretaria particular de Griselda Martínez Martínez; en ningún momento hizo suya las causas de los manzanillenses que hoy, como ayer, se manifiestan ante cuestiones que ellos consideran injustas o que les pueden afectar.

Siempre habrá gente que, de buena fe o no, va a expresar su inconformidad ante cualquier obra o proyecto que pretenda implementar la autoridad; eso es lo más sano en democracias porque existe el diálogo y el acercamiento con los gobernantes para responder todas las inquietudes que tengan al respecto.

La regidora del ayuntamiento de Manzanillo, sin embargo, no quiere soluciones para los manzanillenses ni que lugares de esparcimiento tengan un mantenimiento adecuado para su uso público; lo que ella quiere es desestabilizar la administración municipal, contagiar de odio y miseria humana a los vecinos, todo para generar un conflicto que la motive a seguir en la misma ruta de la descalificación y el revanchismo.

Martha Zepeda se quejó de que la querían meter a la cárcel por cuestiones políticas, pero se equivoca rotundamente; ella fue acusada por diversos delitos que, sin embargo, aún no son juzgados por autoridad alguna porque ella se ha encargado de movilizar porros y reventadores para amenazar a los jueces que llevan su asunto.

Nada más hay que recordar cuando, poco antes de las elecciones del 2024, Martha Zepeda llegó a una audiencia en Chandiablo con megáfono en mano y una caterva de rijosos y personal del ayuntamiento de Manzanillo, cuya misión fue intimidar a los jueces y personal del Poder Judicial que se encontraba en el lugar.

Hoy, con fuero, se siente impune; cree que nadie puede tocarla ni con el pétalo de una citación judicial.

Los 15 minutos que le dieron desde la tribuna de Diálogos por la transformación le sirvieron como oxígeno puro ante la pésima gestión que venía haciendo como regidora del ayuntamiento de Manzanillo; al menos ahora tiene la atención de más gente que sólo la conocía como una rijosa que es capaz de llevar ancianos a cerrar el libramiento.

Pues que aproveche su momento de fama; después volverá a ser la diminuta regidora que pelea sola con su sombra y que se noquea con sus propias palabras.