ORDEN POLÍTICO

POR Sdaydep

Los defensores a sueldo de Arnoldo Vizcaíno Rodríguez han salido a querer cambiar la narrativa de los exabruptos y reducir lo que se dijo en la entrevista de radio “fuera del aire” a simples expresiones homofóbicas y misóginas que no ameritan tanto escándalo.

Para ellos no pasa de que la Comisión Estatal de Derechos Humanos, el Instituto Colimense de las Mujeres y algunos colectivos en defensa de la comunidad LGTB y de la mujer regañen al sexagenario y lo reconvengan a moderarse al hablar y a referirse a mujeres y a gente de la comunidad lésbico-gay.

Y justamente eso es lo que quieren: que después de todo el escándalo por las expresiones homofóbicas (“el cabrón joto”) y misóginas (“Griselda Martínez dice “cada pendejada”) simple y sencillamente sea llamado a un curso y logre concluirlo.

Si fuera sólo eso, lo de las expresiones desafortunadas hacia las mujeres y los homosexuales, el asunto quedaría zanjado; el problema real es lo que dijo sobre la administración pública y el papel que tiene en el gobierno de Indira Vizcaíno, que se transfiere al Congreso del Estado y conocer de la información confidencial de la Fiscalía General del Estado.

A alguien de la edad de Arnoldo Vizcaíno no se le puede pedir que cambie de la noche a la mañana su forma de pensar; él creció en un ambiente hostil, de machismo, de violencia intrafamiliar, de problemas de alcoholismo y no concibe tampoco la idea de que un hombre se vista de mujer y se diga femenina.

Si la propia Indira Vizcaíno fue víctima de violencia de género de parte de su propio padre (en una entrevista a modo que tuvo ayer en la mañana relató que cuando se enteró que estaba embarazada su padre le dijo: “¿Que ya estás panzona de nuevo? Bueno: te lo paso si es hombre”), es claro que no se le puede pedir mucho al señor en cuanto a su manera de ver las nuevas masculinidades y la diversidad sexual.

Lo que sí podemos exigirle y censurar, así sea un anciano frustrado por no haber cumplido su sueño de ser gobernador, es que no se inmiscuya en los asuntos del gobierno del Estado y, por más padre de la gobernadora que sea, con sus acciones y declaraciones no la deje tomar sus propias decisiones.

Quedó más que evidente que tiene información confidencial que obra en los expedientes de la Fiscalía General del Estado; haber dicho que el “cabrón joto” que se fue por voluntad propia estaba vinculado a proceso no es algo que supieran los medios de comunicación ni algo que haya declarado ni filtrado nadie de la institución. Y así como ese, quién sabe de qué otro tipo de carpetas de investigación tenga conocimiento.

Decir que tiene llamadas y cientos de mensajes en su celular de personas que le piden la solución a diversos problemas que le competen al gobierno del Estado sólo confirma lo que se decía de él en torno a que es el verdadero poder tras el trono. Al adulador del poderoso en turno le mostró el teléfono para que viera que decía la verdad.

Y qué decir de lo que opina de los diputados locales de Movimiento de Regeneración Nacional en el Congreso del Estado. “Ay, Dios; ay, Dios”, se lamentó, para decir que “no saben” hacer su trabajo y no están a la altura para defender como se debe a la Cuarta Transformación.  En eso tiene razón: los legisladores de MORENA son improvisados y lo han demostrado en cada sesión; el problema es que Arnoldo Vizcaíno no es quién para llamarlos al orden ni inmiscuirse en algo que sólo ellos deben resolver.

Indira Vizcaíno, cuando le preguntaron con cierto temor si su padre se metía en los asuntos del gobierno del Estado, simple y sencillamente dijo que no. Y ya no hubo manera de seguirla cuestionando porque el locutor no quiso salirse del guion que le dictaron de la coordinación de Comunicación Social para concederle la entrevista.

Los escribanos a sueldo, como uno de Manzanillo que está a punto de pisar la cárcel por haber extorsionado a familias humildes y que busca la protección del actual gobierno para salir impune, quisieran que el exabrupto en la radio se limitara a simples regaños por sus expresiones homofóbicas y misóginas y acuda a un curso y se comprometa a cambiar su forma de pensar.

El problema, sin embargo, va más allá: Arnoldo Vizcaíno confesó que tiene influencia en el gobierno del Estado, que se inmiscuye en los asuntos del Congreso del Estado y, lo más delicado, tiene información confidencial de la Fiscalía General del Estado, algo que en otras circunstancias sería motivo de marchas y protestas para encarcelarlo por conocer de dicha información, pero también por darla a conocer públicamente.