POR José Luis Santana Ochoa
Según informe publicado recientemente por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, de acuerdo al número de asesinatos por cada cien mil habitantes, la capital de Haití fue la ciudad más violenta del mundo durante el año 2024, seguida de las de Colima, Acapulco, Manzanillo, Tijuana, Ciudad Obregón, Celaya y Zamara, que dominan la lista de las “Top Ten” en la materia.
La violencia que impera en la capital política del estado, Colima; y en la económica que es la ciudad puerto de Manzanillo, no ha cejado a pesar de las buenas intenciones de quienes participan en las mañaneras reuniones diarias de la “Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de Paz y Seguridad”. Como que ya es hora de ensayar otras vías para devolverle al pueblo bueno la seguridad y la paz perdidas por culpa de Calderón, de quién más, que gobernó el país en el ya lejano sexenio 2006-2012.
Si el partido en el gobierno del Segundo Piso de la Cuarta Transformación que, dotado de su Plan C, apenas va en su séptimo año, y el estatal en su cuarto, no son de culpar por la violencia desatada por la narco terrorista delincuencia organizada en el país y en el estado, mucho menos lo serán los alcaldes de Colima, Riult Rivera Gutiérrez; y de Manzanillo, Rosa María Bayardo Cabrera, que en del año 2024 solamente gobernaron sus últimos dos meses y medio. Los festivales que ambos organizaron para solaz de porteños y capitalinos, le pusieron buena cara al mal tiempo, y dieron la percepción de que la seguridad mejoró un poco.
Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública correspondientes a los cuatro últimos meses (octubre de 2024 a enero de 2025), Manzanillo fue el municipio más violento del estado con 119 personas asesinadas, seguido de lejos por el de Colima, 51; y Villa de Álvarez, 37. En porcentajes, Manzanillo superó a Colima en un 148% y a Villa de Álvarez en 222%. A pesar de ello, nadie en su sano juicio acusará a Bayardo Cabrera de tener sus manos llenas de sangre, mucho menos a Rivera Gutiérrez o a Gutiérrez Andrade. ¿O sí?
Como culpar de todos los males de Micaela a los conservadores, neoliberales, prianistas hijos de Salinas, nietos de Porfirio Díaz y bisnietos de Maximiliano, ya no dio para más, tampoco los abrazos y la atención a las causas sociales de la criminalidad repartiendo dinero en efectivo sin límites ni controles, allí vienen los gringos a imponer su Ley de Herodes. Y ahora sí, sálvese quien pueda. La cosa se pondrá todavía peor antes de ver la luz en la oscuridad del largo túnel, Al tiempo.
En opinión del Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia, José Antonio Ortega, lo que hace que se incluya a esas ciudades (Colima y Manzanillo) en el listado de las más violentas del mundo, “es la impunidad, la falta de castigo de los homicidios. Se abren carpetas de investigación, pero no se concluyen ni judicializándolas, ni tampoco con sentencias hacia los responsables de esos homicidios”. Le asiste la razón plena y le cabe todo el derecho.
La presencia del crimen organizado, la impunidad, la falta de justicia, la corrupción en los cuerpos policiales y la debilidad en las estrategias de seguridad, según los expertos en el tema, no solamente inciden en el alto número de asesinatos sino también en las rutinas diarias de la gente temerosa de la delincuencia causante directa del cierre de negocios a los que extorsiona cobrándoles derecho de piso.
EL ACABO
“Los vuelos de drones estadounidenses utilizados para espiar a los carteles del narcotráfico operan bajo petición del Gobierno de México. Todas las veces es bajo petición del Gobierno de México, de colaboración de información, para poder atender condiciones de seguridad, en marcos de colaboración que están establecidos, principalmente entre las Fuerzas Armadas de México y distintas instituciones del Gobierno de Estados Unidos”: Claudia Sheinbaum Pardo.
No se vale que el Gobierno Federal del Segundo Piso de la Cuarta Transformación les siga echando el penco encima a los gobernadores de oposición como el de Guanajuato, culpándolos de casi casi ser los generadores de la violencia en sus estados. Tampoco, que los mandatarios estatales 4T-II hagan lo mismo con los alcaldes que no pertenecen a su cofradía.
En el mismo tenor, Trump y su pandilla deben asumir como hombrecitos su responsabilidad como país altamente consumidor de drogas y traficante de armas. ¿O no?
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