POR Zuly Villa
Una disculpa sincera por mi ausencia. Han sido semanas complicadas, tanto en lo personal como en mi salud, pero aquí estoy, de regreso, agradecida por cada mensaje de apoyo y buenos deseos que me enviaron.
Quiero retomar mi historia, una que tiene una fecha grabada para siempre en mi memoria: el 14 de febrero de 2024.
Para muchos, un día de flores y corazones; para mí, una cuenta regresiva que se sentía como una sentencia inapelable. Trataba de disimularlo, de aferrarme a la normalidad, pero en mi interior, el miedo era un grito sordo que no podía ignorar.
El tiempo
Dentro de esa sala de espera parecía eterno. La mirada fija en la puerta, esperando a que mencionaran mi nombre… Y cuando por fin lo hicieron, crucé el umbral hacia lo desconocido.
Las palabras del médico llegaron como un golpe seco: «Carcinoma ductal infiltrante en etapa 3; por el tamaño, posiblemente etapa 4.» Respiré hondo, intentando entender. Trataba de retener cada palabra: este tipo de cáncer invade los tejidos cercanos y, en algunos casos, puede extenderse a través del sistema linfático y el torrente sanguíneo.
No estaba preparada para escuchar eso. Nadie lo está. Sentí que mi cuerpo se desconectaba, como si la sala de consulta se desvaneciera a mi alrededor. Mi mente me llevó a otra época, a otro rostro: mi abuela materna. Ella había estado en ese lugar antes, enfrentando las mismas palabras, el mismo enemigo. Nunca imaginé que, a mi edad, el destino me pondría en sus mismos zapatos.
Con esa noticia comenzó un nuevo capítulo, uno que me llevó a mi primera quimioterapia. No sabía qué esperar, cómo reaccionaría mi cuerpo ni cuánto dolor traería. Pero había algo que me mantenía firme: el recuerdo de mi abuela. Ella no solo enfrentó la enfermedad, sobrevivió a múltiples quimioterapias y cirugías con una fuerza admirable.
«Si tú pudiste, yo también puedo.» Ese pensamiento se convirtió en mi ancla, mi escudo.
Hoy les digo: los antecedentes importan muchísimo. Conozcan su historia familiar. El cáncer es curable si lo detectamos a tiempo.
Nunca dejen de luchar.