POR Jorge Octavio González
El zafarrancho de ayer en el Congreso del Estado tuvo como finalidad hacer que la gente se olvidara que Riult Rivera incumplió su promesa y NO pagó sueldos y aguinaldos a los trabajadores del ayuntamiento de Colima el viernes 13 como lo anunció un día antes.
¿Por qué pasó todo esto?
Porque la oposición, más mezquina que otras ocasiones, desinformó acerca de una modificación a la ley en donde supuestamente se les cobraría a los trabajadores del gobierno del Estado el ISR en sus aguinaldos.
En ningún momento se contempló esa posibilidad, pero la oposición se exhibió como la miserable que es; además quienes se dijeron defensores de la clase trabajadora evidenciaron su hipocresía y doble moral por las razones que más adelante enunciaremos.
Tan no se aprobó nada que fuera en contra de los trabajadores que el propio gobierno del Estado envió un comunicado de prensa, secundado por la misma mandataria estatal, en donde anunciaron que, entre el miércoles y jueves de esta semana, estarán dispersados los recursos para el pago de sueldos y aguinaldos sin deducción alguna.
¿Y por qué todo el circo y teatro de los diputados de oposición en el Congreso del Estado?
Por miserables y por oportunismo político.
Arnoldo Ochoa González fue el más cínico de todos: nadie puede creerle a ese torvo sujeto que está a favor de los trabajadores si fue capaz de dejar en la calle a decenas de empleados del CDE del PRI en Colima sin contemplación alguna.
Cuando las autoridades en materia laboral determinaron que el septuagenario, como dirigente estatal del tricolor, tendría que pagar alrededor de 3 millones de pesos en indemnizaciones, se escondió durante toda la campaña y renunció al PRI para no ser objeto de cuestionamientos de los afectados.
Hoy, como diputado plurinominal, dice legislar por la clase trabajadora. Mayor cinismo no puede tener este senil legislador.
De Jesús Alberto Partida Valencia ni qué decir: es panista. Y como tal, en su ADN tiene el repudio a la clase trabajadora; para ellos es el peor cáncer que puede tener el Estado y por eso desde sus empresas los explotan sin misericordia.
Beto Partida forma parte del grupo de Riult Rivera, quien tiene, como director de Ingresos de la Tesorería del ayuntamiento de Colima, al mismo funcionario que tuvo Héctor Insúa García, el que, a través del abogado Rumualdo García Mejía —puro pájaro nalgón— diseñó la conformación de un sindicato blanco y sumiso a los intereses del presidente municipal, todo para desaparecer o marginar el comandado por Héctor Arturo León Alam.
Que un panista intransigente como Beto Partida —que ni siquiera tuvo la vergüenza de negarse al fraude cometido por su comadre para hacerlo diputado plurinominal como parte de la diversidad sexual— diga que está del lado de los trabajadores es, sin lugar a dudas, una tomadura de pelo.
Lo más lamentable de todo el teatro armado por la oposición, todo por instrucciones de Mario Anguiano Moreno, fue lo sucedido con Lizzie Moreno Ceballos: la obligaron a acudir a la sede del Poder Legislativo a refrendar su compromiso con los trabajadores, pese a que tenía a su hijo menor de edad recién operado y convaleciente, situación que ningún niño debería pasar en Colima y en el mundo entero.
Quien tampoco se vio prudente fue Margarita Moreno: ella forma parte del grupo político que dejó sin sueldos y prestaciones a miles de trabajadores del gobierno del Estado en la pasada administración.
Le faltó un poco de sentido común.
Sobre el zafarrancho, circuló un video en donde se ve que unas diputadas salen corriendo de la sede del Congreso del Estado para subirse a una camioneta de la Policía Estatal; sobre el particular, mucha gente se burló del hecho y las cuestionó severamente.
Lo que ignoran es que, de acuerdo a otro video que hizo circular una de las diputadas, algunas de ellas entraron en crisis y estaban llorando del miedo; incluso le dijeron al policía que las llevara a donde sea, pero que estuvieran seguras. Eso no debe ser motivo de burla ni escarnio.
La violencia, en este sentido, no es la mejor consejera.
Esperaban que la gente se olvidara de la falta de palabra de Riult Rivera, un mafioso que tiene impresentables y corruptos en su equipo de trabajo.
Quienes no olvidan que no han recibido su sueldo y aguinaldo son los propios trabajadores del ayuntamiento de Colima, que ahora se preguntan qué hizo el presidente municipal con los 35 millones de pesos que pidió a corto plazo y que ya tiene a su disposición si no dispersaron los recursos desde el 13 de diciembre, tal como lo prometió.