POR Jorge Octavio González
Si Riult Rivera fue capaz de ignorar las denuncias que el Órgano Interno de Control de la Secretaría de la Defensa Nacional le hizo a su comisionado de Seguridad Pública y Justicia Cívica del ayuntamiento de Colima es porque en su momento también encubrieron sus cobardes acciones de violencia física y de género contra una mujer.
La semana pasada, de acuerdo a una investigación de un periodista del medio Zeta Tijuana, se dio a conocer que Vicente Venustiano Guzmán Lucero fue sancionado por la SEDENA “por hostigamiento sexual, laboral y conductas contrarias a la disciplina militar”.
El reportero destacó el caso del director de Seguridad Pública de Mexicali, en Baja California, en donde, después de haberse exhibido la serie de denuncias en la justicia militar, tuvo que ser cesado de su cargo porque los registros de la SEDENA no son públicos y no obran en poder de las autoridades civiles ni electorales.
En Mexicali, Baja California, tuvieron a José Ramírez Cardoso un año hasta que se dio a conocer el expediente en su contra; acá en Colima el señor Venustiano Guzmán Lucero lleva menos de dos semanas y continúa en su cargo pese a que también fue sancionado por la SEDENA por los mismos cargos que el director de Seguridad Pública de Mexicali.
Riult Rivera, sin embargo, sigue el manual de gobierno que le dio Mario Anguiano Moreno y está siguiendo al pie de la letra las instrucciones para desviar la atención de los verdaderos problemas que aquejan a la ciudad colimense.
Es anecdótico, por no decir una tragedia, ver al presidente municipal tapar baches porque no tiene nada más qué hacer en Palacio Municipal; es verdaderamente de pena ajena verlo en las cabalgatas del pasado sábado porque no tiene una agenda de gobierno que atender ni planes y proyectos que se tengan que implementar.
A casi dos semanas de asumir el cargo ni siquiera se sabe quién demonios es su director de comunicación social; lo único que se conoce es que parece ser otro de los hijos perdidos de un conductor de televisión asesinado hace más de 20 años en la Ciudad de México.
La misma página de internet del ayuntamiento de Colima sólo sirve como un blog para subir las fotografías donde Riult Rivera tapa baches y saluda a mujeres y ancianos —al más puro estilo de Mario Anguiano—; sin embargo, ni siquiera tienen la actualización de los funcionarios de la administración municipal 2024-2027, mucho menos lo concerniente a la transparencia gubernamental.
Las presiones que está sufriendo de parte de los grupos políticos que se pelean por imponer a su gente en cargos dentro del ayuntamiento de Colima son tantas que ni siquiera se siente tranquilo despachando desde Palacio Municipal y prefiere salir con sus funcionarios —como los guardianes que le envió Anguiano Moreno para seguirlo a todos lados: Itzel Ríos de la Mora y Guillermo Villa Godínez— para que le tomen la foto tapando un solo bache y ser entrevistado por los medios que están desesperados por recibir el convenio publicitario, aunque el mantra siga siendo que hasta el próximo año habrá dinero.
Riult Rivera ha demostrado, en los pocos días que lleva como presidente municipal, que no sabe hacer nada si no tiene recursos; ni siquiera tiene la creatividad de hacer más con menos ni la capacidad de gestión ante las autoridades estatales ni federales —muchos menos cuando en la toma de protesta su gente en el Teatro Hidalgo abucheó y le faltó al respeto a la gobernadora y al propio ex presidente de la República sin dar la cara ni disculparse púbicamente ante semejante acto cavernícola— para resolver los problemas que tiene de fin de año.
Ya no se diga el pleito anunciado entre su administración y el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Colima: como no podrán darle todo lo que les deben, ni siquiera una cuarta parte, los trabajadores sindicalizados ejercerán presión a la autoridad con mayor fuerza.
Y qué esperaba Riult Rivera al tener de asesor al impresentable de horca y cuchillo Edgar Pavón Martínez y al tesorero de Héctor Insúa García, Eduardo Camarena Berra, con quien se pelearon durante toda la administración por seguir la línea panista de repudiar y despreciar a la clase trabajadora que, según ellos, ganan mucho y piden mucho sin trabajar lo que los demás empleados de la comuna capitalina.
Con Edgar Pavón se llegó a los golpes y las amenazas, pero al parecer la señora Ana Escobosa no está preparada para ejercer el cargo de directora general de Servicios Públicos Municipales.
Y en el caso de Eduardo Camarena, a menos que Héctor Arturo León Alam haya perdonado las irregularidades y malos tratos durante el nefasto periodo de Héctor Insúa, lo más seguro es que su incorporación en el área financiera del ayuntamiento de Colima lo haya sentido como una puñalada por la espalda.
El amigo, como le decía el líder sindical a Riult Rivera, parece que no lo es tanto; todo porque ya se demostró que ni siquiera tiene el carácter ni la firmeza de poner orden en su administración y permite que sean otros los que decidan qué personas deben estar en el ayuntamiento de Colima y quiénes no.
Increíble, ciertamente, que Riult Rivera sea un tipo sin carácter ni determinación; peor que se exhiba ante la sociedad como una marioneta de políticos corruptos que pretenden regresar por sus privilegios en el 2027.