POR Jorge Octavio González
La exhibición de la cabeza decapitada de Alejandro Arcos Catalán, presidente municipal de Chilpancingo, Guerrero, es una imagen terrorífica que el crimen organizado ejecutó a menos de una semana de la asunción de Claudia Sheinbaum Pardo como la primera presidenta de la República.
Para dimensionar la gravedad del asunto, el alcalde ultimado por delincuentes es el equivalente, en Colima, a Riult Rivera, quien tomará protesta como presidente municipal en 7 días.
Alejandro Arcos, sin embargo, apenas llevaba seis días en el cargo cuando fue secuestrado por criminales y el domingo su cuerpo fue hallado en el interior de un vehículo, mientras su cabeza fue exhibida en el toldo de una camioneta.
Una imagen, ciertamente, de terror, de miedo, como sólo los delincuentes y narcotraficantes pueden infundir a una población que normaliza cada vez más la violencia a lo largo y ancho de todo el territorio mexicano.
No es casualidad que esta ejecución se diera los primeros días del gobierno de Claudia Sheinbaum, que tendrá que lidiar con los problemas de inseguridad mientras delinean una estrategia de combate al crimen organizado que sí dé resultados.
Los próximos días, de acuerdo a lo que han informado algunos medios de comunicación, se estará presentando a la opinión pública la estrategia de seguridad que Omar García Harfuch tendrá a bien implementar en México.
Si bien en la Ciudad de México tuvo resultados aceptables, aunque la periodista Anabel Hernández documentó que actuó como su mentor Genaro García Luna, lo cierto es que ahora, como responsable de la seguridad de todos los mexicanos, tendrá que emplear tácticas e inteligencia que lleve a buenos resultados.
Fue un fracaso rotundo la estrategia de “abrazos no balazos” del ex presidente Andrés Manuel López Obrador; lo que ahora se tiene que hacer es dejar atrás la demagogia y la obsesión por la popularidad para enfrentar en realidad al crimen organizado si no quieren que sean los líderes criminales los que gobiernen en México.
De más está decir que Ismael El Mayo Zambada gobierna Sinaloa y tuvo a Rubén Rocha Moya como un achichincle que le prestaba elementos de seguridad del gobierno del Estado para custodiar al líder histórico del Cártel de Sinaloa.
Los Chapitos, hijos de Joaquín Guzmán Loera, también se vieron beneficiados por el gobierno federal e hicieron y deshicieron todo lo que se les ocurrió hasta que Estados Unidos obligó a las autoridades mexicanas que dejaran de protegerlos.
El mensaje del crimen organizado a la nueva presidenta de México, con la exhibición de la cabeza decapitada del presidente municipal de Chilpancingo, en Guerrero, es claro y las autoridades mexicanas tendrán que responder con la fuerza de las instituciones para devolver la confianza y tranquilidad a los mexicanos, que están hartos de normalizar la violencia en todos los rincones del país.