POR Luis Fernando Moreno Mayoral
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador se parece tanto al del PRI autoritario y criminal de antaño que, ciertamente, muchos de sus recursos se emplean por las mismas razones.
La caja china es una herramienta del sistema que genera cortinas de humo para que el gobierno en turno desvíe la atención de los temas importantes; ejemplos de eso hay infinidad.
Pero AMLO, que viene del Revolucionario Institucional, también suele utilizar la caja china para tener a los mexicanos discutiendo un asunto cuando, en el fondo, se quiere hacer algo que no requiere tanto foco ni atención pública.
AMLO tan es como los presidentes del PRI que, por increíble que parezca, logró forjar una alianza con la televisora más corrupta y manipuladora del país: Televisa.
Analistas informados han comentado que la salida de Carlos Loret de Mola de los espacios estelares de Televisa costó mil millones de pesos del erario; aunque López Obrador lo negó una vez que le preguntaron, sabe que es cierto.
Justo cuando se está discutiendo en el país la reforma al Poder Judicial de la Federación y hay marchas y manifestaciones de estudiantes para frenar las pretensiones del gobierno de absorber el último reducto de contrapeso que existe en el país, el programa de televisión La casa de los famosos está acaparando toda la atención del público.
Y es que, se reconozca o no, esta segunda temporada ha tocado las fibras más sensibles de la sociedad mexicana; por más que se resistan, la gente opina y se enfrasca en discusiones estériles sobre lo que sucede al interior de la casa.
El tema que estalló en las manos de Televisa y Endemol, que producen La casa de los famosos, es la trillada y manoseada violencia de género.
Un influencer irreverente, con un estilo para la comedia que sólo un sector lo entiende y lo consume, rompió los cánones de la televisión abierta mexicana y espantó a los conservadores de doble cara.
Cuestionar a una mujer no es, en sí, violencia de género; menos si se está en una competencia donde lo único que no se vale, de acuerdo a lo que dijeron los mismos conductores del reality show, es la violencia física.
Gala Montes, con un pasado de violencia contra su propia madre y medicada por padecer de ansiedad, respondió de una manera histérica y logró que el sector más radical del feminismo, que no aporta nada a la lucha de la mujer sino todo lo contrario, se colgó de la bandera de la violencia de género y se hizo tal escándalo que las hordas de bots y trolles más agresivos iniciaron una campaña de odio y desprestigio en contra de los patrocinadores del programa.
La finalidad era sacar de la casa a Adrián Marcelo; sin embargo, aun cuando llevaba más de 24 horas afuera, las marcas seguían retirando el patrocinio del reality porque, en efecto, reflexionaron que el problema no era sólo el regiomontano sino también la propia Gala Montes y la bandera en la que se montó para generar empatía a su causa.
Gala Montes, que se llena la boca de orgullo de ser feminista, llamó “puta” a Gomita por coquetear con Agustín; en una discusión con Adrián Marcelo le dijo que seguramente su esposa estaba abriéndole las piernas a otro hombre. Y ahora que ya no está el youtuber le pica la cresta a Briggitte Bozzo y le reclama que no la haya defendido cuando se supone es su amiga.
Mientras en las redes sociales los mexicanos opinaban acerca de los temas abordados en La casa de los famosos y celebraban la salida de Adrián Marcelo, cuando debiera salir también Gala Montes por difamar e insultar por igual, en la Cámara de Diputados se aprobó la reforma al Poder Judicial de la Federación y está a un senador el oficialismo de tener la mayoría calificada en el Senado de la República para modificar la Constitución como se les venga en gana.
Pero sigamos peleando por los personajes de La casa de los famosos y dándoles la atención que no se merecen.
Lo sano de todo esto es que, de acuerdo a información interna de Endemol, Televisa ya no tendrá los derechos de transmisión de la tercera temporada de La casa de los famosos por ceder tan fácilmente a los chantajes del sector más radical de las redes sociales.
La versión de Telemundo, sin embargo, fue mucho más fuerte y agresiva —estuvo nada más y nada menos que Alfredo Adame y Lupillo Rivera— y no se hizo el escándalo como en México porque, en efecto, allá la audiencia es más madura y de mente más abierta.