POR Jorge Octavio González
Ahora que vienen Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador al Muelle de Cruceros Turísticos de Manzanillo, en Colima, sería conveniente que las autoridades de la entidad le pidieran que solucionen los servicios de salud del IMSS y el ISSSTE.
Y es que, de acuerdo a lo que se ve y lee en las redes sociales, no hay día que no haya una queja de una persona que tiene un familiar enfermo que le hace falta una intervención quirúrgica o alguna medicina.
El IMSS Bienestar, sin embargo, es otro asunto: es de reciente creación y se está adaptando administrativamente para ofrecer los servicios de salud a quienes no tienen seguridad social.
De lo que hablamos es del IMSS tradicional, al que están adheridos millones de personas en todo el país; en Colima hay poco más de 600 mil personas que tienen este servicio, por lo que es el que más importa que el gobierno dote de insumos y especialistas que puedan atender a los derechohabientes.
Las enfermedades surgen a veces sin que haya señales de advertencia con anterioridad; cuando la gente acude a Urgencias, en la clínica 1 del IMSS, en Villa de Álvarez, puede quedarse esperando horas y horas sentada.
La consigna es que debes llegar desangrado o al borde de la muerte para ser atendido; si el paciente puede caminar, hablar y estar sentado sin problema alguno puede esperar.
Si el padecimiento es más profundo y requiere de un especialista, el peor error es ir con el médico general; ahí le dirán que requiere una cita para revisarlo, pero que ésta la pueden programar dentro de tres o cuatro meses, dependiendo la agenda del doctor.
Pésima idea quedarse a esperar meses para ser atendido; mejor se auto-medica o, si de plano el dolor es insoportable, la solución es endeudarse para pagar un médico privado.
La ironía de todo, sin embargo, es que cuando uno saca cita con el médico privado se encuentra con la sorpresa de que es el mismo que está en el IMSS y en el ISSSTE; sin embargo, en las instituciones de salud públicas no se dan abasto para atender a tanta gente, pero sí lo pueden hacer en sus consultorios privados. Claro que sí.
Ya dijimos que citas no hay hasta dentro de tres o cuatro meses si bien les va; el problema cuando un paciente ya sabe lo que tiene y requiere de una intervención quirúrgica de emergencia, es que recibe como respuesta que no hay cuartos para operar, porque no hay aire acondicionado o no tienen los insumos necesarios.
El paciente puede optar por ir a un consultorio privado a que le hagan la cirugía; el problema es que una intervención por un tumor en la cabeza cuesta alrededor de 300 mil pesos, dinero que, por supuesto, no tienen los derechohabientes en su poder y no tienen posibilidades de conseguirlo en el corto ni el mediano plazo.
¿Qué pasa ante esto? Nada: el paciente se va deteriorando de sus facultades mentales y físicas hasta quedar en cama, sin hablar, sin moverse, esperando su muerte.
Y esto es cuando hay un tumor en la cabeza o en alguna otra parte del cuerpo, pero sucede todos los días con los accidentados que requieren una operación en el brazo, en la pierna, en la columna, etcétera.
En Colima no pedimos un sistema de salud como el de Dinamarca; lo que pedimos es que haya suficientes especialistas que puedan atender a la gente que requiere sus medicamentos y sus cirugías, sin tener que esperar a que pasen meses para que haya lugar o vender todo el patrimonio para hacerse la intervención en un consultorio privado.
Esperemos que la nueva presidenta de la República sea más consciente y tenga la empatía necesaria con la gente que sufre todos los días por la pérdida de un ser querido que se pudo haber salvado si tenía de manera oportuna su medicamento, su tratamiento o su cirugía.