POR Jorge Octavio González
Margarita Moreno González, hasta la última parte de la campaña electoral de este 2024, negaba cualquier influencia de José Ignacio Peralta Sánchez en su candidatura.
Mentira. Tan influyó en su primera postulación como en la segunda que, ciertamente, dejó a todos los funcionarios de la pasada administración en su gobierno y también a familiares del ex gobernador.
Patricia Sánchez Espinosa, familiar de Ignacio Peralta, fue colocada por Margarita Moreno en el ayuntamiento de Colima como directora del Archivo Histórico del Municipio de Colima, materia en la que es una total ignorante.
¿Qué tienen que ver las tareas del archivo en el Municipio con sus maestrías en Género y Construcción de Paz (lo que sea que eso signifique) y Género, Derecho y Proceso Penal? Absolutamente nada. Fue impuesta en un cargo para no vivir en el error.
Sánchez Espinosa, en el momento de mayor crisis de Margarita Moreno, decidió quedarse como directora del Archivo Histórico y, al mismo tiempo, como una especie de coordinadora de los denominados Xochitlovers, labor que, por supuesto, dejó mucho qué desear por la pobre penetración que tuvo el mensaje de la ex candidata presidencial entre los jóvenes de Colima.
Patricia Sánchez, quien también se dice comunicadora, en la resolución del Tribunal Electoral de Colima en contra de tres personas por supuestamente ejercer violencia política en razón de género se puso del lado de la opresora que, con denuncias ante los corruptos tribunales electorales de Colima, pretende silenciar y amedrentar las voces críticas al poder.
Incongruente, por decir lo menos, que una persona que viene de una familia que se dedica a los medios de comunicación —corruptos y siempre cercanos al sistema, pero esa es otra historia— aplauda una sentencia en contra de Belisario Romero Sánchez, Anilú Salazar Mejía y Abraham Méndez Palomares por, justamente, ejercer su derecho a la manifestación y a la crítica
Sin que se le mencionara para nada en el asunto, la funcionaria de Margarita Moreno quiso cuestionar la pasada columna OPINIÓN EXPRESS, tomando tramposamente sólo una parte del extenso análisis para poner el grito en el cielo de que curiosamente los denunciados tengan la piel morena, algo que puede resultarle grotesco a ella que, ciertamente, tiene amigos fifís y de piel blanca, como la abogada eslovaca que emprendió las acciones legales.
En lugar de cuestionar a quienes ejercemos el periodismo, la funcionaria en cuestión debería ponerse a trabajar en el Archivo Histórico del Municipio de Colima, en total abandono y sin ningún tipo de agenda que lleve a promover lo que esa dependencia ofrece a los colimenses.
Aunque también debería explicar, ya que anda muy activa en grupos de WhatsApp opinando de lo que no le preguntan, qué pasó con el negocio que emprendió, junto con su hermano Héctor, denominado Logística de Fluidos y Graneles S.A de C.V, señalado por actos sospechosos por el Órgano Interno de Control de la entonces API de Manzanillo, hoy ASIPONA.
Margarita Moreno, en su intentona por reelegirse en el ayuntamiento de Colima, permitió que funcionarios cercanos a Ignacio Peralta y al corrupto Carlos Arturo Noriega García hicieran y deshicieran a su antojo; mientras a otros los despidió porque no se sumaron a su aventura por todos los errores y actos ilegales que cometió, como la falsificación de la renuncia al PRI que está en la Fiscalía General del Estado de Colima esperando su resolución.
El ego que se le fue a los cielos, producto de la zalamería de sus cercanos que la encerraron en una burbuja que pronto le estalló en la cara, le nubló el pensamiento y tomó decisiones equivocadas que desembocaron en una derrota humillante y ser lanzada hasta el tercer lugar en la contienda del pasado 2 de junio.
La todavía presidenta debería reconsiderar asumir la regiduría para que se dedique de tiempo completo a defenderse de la cascada de denuncias que se le vendrán encima, como las del sindicato de Héctor Arturo León Alam, que no va a dejar pasar una afrenta como la que le hizo Margarita Moreno al despedir a gente de base e incumplir acuerdos que se habían dado al inicio de la administración, confiando el secretario general que sería una alcaldesa de palabra, cuando en los hechos demostró ser igual o peor que los políticos tradicionales.
Margarita Moreno fue una mentirosa, sin palabra y sin vergüenza.