POR Jorge Octavio González
Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador festejaba la liberación de Julian Assange, señalando que “la Estatua de la Libertad no quedó como un símbolo vacío”, en México, sin embargo, se vive uno de los momentos más críticos y complejos para el periodismo.
Sin menoscabar los más de 40 comunicadores asesinados a lo largo y ancho de toda la República Mexicana, tan solo la semana pasada el reportero Humberto Padgett denunció en sus redes sociales su detención por exigir a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México su expediente.
En una serie de videos publicados en la red social X (antes Twitter), Padgett acusó a los funcionarios de la Fiscalía de la CdMx de filtrar su expediente a los cárteles de la droga para que puedan tomar represalias en contra de él y su familia.
Humberto Padgett, hay que recordar, fue el que reveló la venta de droga en Ciudad Universitaria, lo que lo tiene, hoy por hoy, solicitando asilo a Estados Unidos por el riesgo que corre su vida y la de sus seres queridos si permanece en suelo mexicano.
Y por supuesto no podía quedar fuera en este tema la persecución que, desde la Unidad de Inteligencia Financiera del gobierno federal, se está emprendiendo en contra de Carlos Loret de Mola, su esposa, Víctor Trujillo y la empresa Latinus.
Y es que, después de revelar la corrupción del círculo cercano al presidente de la República, el medio Latinus se convirtió en una piedra en el zapato de López Obrador, quien desde Palacio Nacional difama y exhibe datos fiscales de los colaboradores del medio con tal de dañarlos lo más posible.
Lo que AMLO no le perdona a Carlos Loret de Mola es que haya descubierto las corruptelas de sus tres hijos mayores: José Ramón por vivir en la Casa Gris de un contratista del gobierno federal y Andy y Bobby López Beltrán por la red de tráfico de influencias que tejieron con Amílcar Olán para conseguir contratos multimillonarios en diferentes dependencias del gobierno federal y de gobiernos estatales de MORENA.
López Obrador, de acuerdo a lo dicho por el periodista Raymundo Riva Palacio en una de sus columnas, en privado se refiere en términos despectivos a muchos de los periodistas que lo cuestionan cotidianamente; sin embargo, acotó que con Loret Mola es especialmente duro y le brotan palabras más dañinas y llenas de odio que con cualquier otro.
No es casualidad, por supuesto, que la UIF de la Secretaría de Hacienda emprenda, a unos días de la elección del pasado 2 de junio, una cruenta persecución en contra de Latinus y sus principales conductores, entre ellos Carlos Loret de Mola y Víctor Trujillo, en su papel de Brozo, que ha sido, particularmente, durísimo en contra del presidente AMLO.
Carlos Loret escribió en su cuenta de X, a propósito del festejo de López Obrador sobre la liberación del activista Julian Assange, “candil de la calle, estatua vacía en su casa”.
Lo bueno es que ya se va. ¿O no?