POR Luis Fernando Moreno Mayoral
Carlos Antonio Chavira George (de Coquimatlán de los hombres) es un prófugo de la justicia y en cualquier momento será detenido por la Fiscalía General del Estado de Colima.
Y es que, de acuerdo a lo que se ha dado a conocer, en dos ocasiones ignoró los citatorios que le enviaron para ir a declarar por el delito de abuso sexual a un menor de edad.
Los días previos a la elección, según reveló uno de sus mercenarios y porristas a sueldo en los medios, Chavira George se escondió para no ser detenido.
Más que un acto digno de aplaudir, como el columnista alquilado lo quiso hacer ver, fue una cobardía de Carlos Chavira mantenerse oculto y ni siquiera acudir a votar en donde le correspondía con tal de no ser arrestado por la policía.
En la casilla donde le tocaba votar había camionetas de la FGE esperando que asomara la cabeza el candidato del PRI y el PAN a la presidencia municipal de Coquimatlán para ejecutar la orden de aprehensión en su contra.
Nunca se dejó ver porque decidió, como el cobarde y culpable que es, esconderse de la autoridad y ser, desde ese momento, un vil prófugo de la justicia, un nefasto delincuente que no quiere afrontar su responsabilidad y gritar a los cuatro vientos que es un perseguido político.
Quienes lo llaman perseguido político avalan, en el fondo, la violación a un menor de edad denunciada en tiempo y forma por la madre de la víctima.
Nadie de la Fiscalía General del Estado ni en el propio gobierno del Estado lo obligaron a cometer ese delito; fue el protegido de Arnoldo Ochoa González y Julia Jiménez el que actuó de manera indebida y ahora tiene que responder por sus actos.
Carlos Chavira puede seguir escondido esperando que la justicia no lo alcance; sin embargo, en algún acto oficial tendrá que aparecer y la autoridad competente tendrá que ejecutar la orden de aprehensión en su contra.
Entre más tiempo pase será peor para él.
Y es posible que no pueda tomar protesta como presidente municipal.
*Va a desaparecer el PRD a nivel nacional y también en Colima por no alcanzar los votos suficientes para mantener su registro.
La otrora izquierda de México se convirtió en una cueva de bandidos que sólo veían por sus propios intereses; a ninguno de ellos se les va a extrañar.