POR José Luis Santana Ochoa
Azucena López ha experimentado las mismas tres transformaciones políticas vividas por su segundo marido Leoncio Alfonso Morán Sánchez en su truculenta carrera pública. En el año 2003 él mudó de comerciante de trastes a candidato del Partido Acción Nacional a la alcaldía de Colima para, 15 años después, chaquetearlo yéndose al Partido Movimiento Ciudadano al que, en un tercer brinco, abandonó para, del brazo de su mujer, locos de contento, asimilarse al Partido Movimiento de Regeneración Nacional donde ahora, como todo converso, son más papistas que Vladimir Parra Barragán.
Por su tercera transformación política, los gobernadores Vizcaíno castigan, porque van a perder, a Leoncio Alfonso con la candidatura a diputado por el Primer Distrito Electoral Federal, y a Azucena a presidente municipal de Colima, pasando por encima de morenistas de sangre morada pura que, disciplinados e institucionales hasta la ignominia, aceptaron sin hacer gestos las imposiciones del par de aretes, lo que no significa que realmente los estén respaldando como sí lo estuvieron haciendo con la desaparecida Viridiana Valencia Vargas, por ejemplo.
“Observo a conocidos que actualmente buscan cargos públicos, aparentemente experimentando momentos de desesperación y dispuestos a emplear cualquier medio para destacar y ser designados como candidatos. En su búsqueda, algunos parecen sacrificar parte de su dignidad, convirtiéndose en individuos irreconocibles y dispuestos a realizar actos reprochables como difamación, insultos, mentiras, intrigas y acosos”, fustigó una Azucena todavía emecista a los políticos que buscaban acogida en MORENA a donde, del brazo de Leoncio Alfonso, por habladora, cayó más rápido que un cojo.
Como al convertirse a la nueva religión política cuatro teísta todos los pecados les son perdonados a los prófugos de otros partidos políticos como Azucena y Leoncio Alfonso, olvidados quedaron los calificativos de “Locho Pinocho, corrupto y cínico” que Viridiana Valencia Vargas le aplicó sin miramientos; también, sus acusaciones de haber dispuesto a discreción de un crédito de 34 millones de pesos de un banco comercial y otros 40 que no enteró al IPECOL en tiempo y forma como debió haberlo hecho.
Por arte de encantamiento, la conversión de Azucena de emecista a morenista la tiene ante sus nuevos compañeros de partido como una militante más izquierdista y luchadora social que Viridiana Valencia Vargas, y más convencida del segundo piso y del Plan B, que la mismísima Claudia Sheinbaum Pardo. Para complacer a sus nuevos camaradas y ganarse su aceptación, despotrica en contra de los gobiernos panistas y emecistas del municipio de Colima, pasando por alto que su marido allí estuvo con el PAN de 2003 a 2006, y con MC de 2015 a 2028. ¿O no?
Hay que reconocer que a Indira, como a su inmoral líder Andrés Manuel, no la ánima el ánimo de venganza en contra de quienes, como Leoncio Alfonso y Azucena, le pegaron hasta con la cubeta en la contienda por la gubernatura cuando no la bajaban de ser más priista que el nefasto ex gobernador José Ignacio Peralta, sino que la mueve su desesperación de saberse ya perdida el domingo 2 de junio de 2024.
EL ACABO
Los gobernadores Vizcaíno y sus huestes 4treras les dieron cálida acogida a Leoncio Alfonso y a Azucena porque, parafraseando a su Mesías, no estaban para ponerse los moños ni muy exigentes andando con exquisiteces, mucho menos decir este compañero sí, esta compañera no, Azucena tiene una manchita, Leoncio Alfonso no es puro. ¡Noooo, así no!, la política la hacen hombres y mujeres; no se hace con santos.
Quienes deben castigar a Leoncio Alfonso y a Azucena por sus deslealtades y traiciones, corruptelas y simulaciones, son los electores a golpe de votos en las urnas el domingo 2 de junio de 2024. En tanto, a seguirlos exhibiendo tal cual son. Un par de oportunistas sin escrúpulos vividores de la política.