POR Jorge Octavio González
Ayer, desde muy temprano, un grupo de estudiantes universitarias acudió a la Facultad de Letras y Comunicación a pegar fotografías con los rostros de los maestros acosadores; las imágenes las publicaron en su cuenta de Instagram y se pudo apreciar que llegaron hasta la Rectoría de la Universidad de Colima.
Pero más tardaron en pegarlas en los edificios de los planteles educativos que en ser retirados por Karina Espinoza, coordinadora de la licenciatura en Comunicación, además del grupo de Carlos “N” El Gordo, uno de los señalados por hostigamiento sexual.
Lamentable, por donde quiera que se le vea, que una mujer, como la mentada Karina Espinoza, no empatice con la causa feminista y, con tal de mantenerse en su cargo, tolere ese tipo de conductas indebidas de los profesores que tiene como compañeros de trabajo.
Uno de los grandes problemas del acoso hacia la mujer es que no todas están dispuestas a alzar la voz para denunciar los atropellos. Algunas por miedo, se puede entender, pero otras, como la coordinadora de la licenciatura en Comunicación, por mantener esa parcela de poder que le dio el patriarcado para ser cómplice de sus depravaciones.
No se puede entender de otra manera que, sin mediar explicación alguna, Karina Espinoza haya ido a los lugares donde estaban pegadas las fotografías y las quitara para tirarlas a la basura, como un simbolismo de que así considera las denuncias de las estudiantes acosadas y hostigadas sexualmente por maestros de la institución: como si fueran una basura.
De El Gordo se entiende: es el más perjudicado con estos señalamientos, amén de que, si en el gobierno del Estado hacen el acompañamiento a las mujeres para interponer las denuncias penales ante la Fiscalía General del Estado, las consecuencias podrían ser peores que una simple sanción, más bien simulación, de la Unidad para la Atención Integral a la Discriminación y la Violencia de Género de la Universidad de Colima.
El rector Christian Torres Ortiz Zermeño, cabe señalar, es amigo de parrandas y borracheras de muchos de los profesores acusados en el tendedero de las feministas universitarias, sobre todo de la Facultad de Letras y Comunicación, donde utilizan el poder de la palabra para convencer a las alumnas de ser sus amantes.
Hoy, en la manifestación por el 8M, se espera que se exhiban más pruebas del acoso y hostigamiento sexual de El Gordo, de Dante “N”, de Alonso “N” y de muchos más que se han aprovechado de su autoridad como profesores para acosar, intimidar, amenazar y mantener, en el último de los casos, relaciones con ellas, algunas menores de edad.
Difícil, pues, que Christian Torres Ortiz Zermeño siga negando y evadiendo el tema creyendo que los medios a su servicio, al ignorar las denuncias, hagan que desaparezcan las protestas como por arte de magia. Pues una mala noticia: las redes sociales no están bajo el control de ningún gobierno, mucho menos la Universidad de Colima, y algunos medios, aunque seamos pocos, daremos cobertura a los señalamientos de las universitarias para que esos pervertidos sinvergüenzas tengan alguna sanción acorde a su falta.
Si en la Universidad de Colima encubren a los acosadores, como ya lo señalaron los colectivos de mujeres universitarias y egresadas de la casa de estudios, vamos a ver qué van a hacer los agresores cuando sean citados a declarar por la Fiscalía General del Estado de Colima.
Si llega a suceder eso, el escandalazo que se le viene a este cobarde rector cuando se hagan públicas sus declaraciones y las acusaciones en su contra en las audiencias.
Tengan la seguridad que ahí estaremos para documentar todo.