POR Jorge Octavio González
No cabe duda que estas elecciones serán inéditas en muchos sentidos.
Antaño, a finales del año previo a la jornada electoral, todos los aspirantes que deseaban competir alzaban la mano para manifestar su deseo de ser candidatos.
Siempre existía el riesgo de la fractura interna de los partidos, pero todo se solucionaba con disciplina y un jugoso reparto del pastel una vez que ganaran.
Hoy, sin embargo, no es así: los partidos, sobre todo MORENA y los que conforman la alianza PRI y PAN, han aplazado lo más posible dar los nombres de quienes pudieran aspirar a algún cargo de elección popular.
Salvo los escaños en el Senado de la República, que por ley ya tienen que definirse para qué partidos de la alianza son, los cargos locales han quedado en el limbo y nadie se atreve a dar nombres.
¿Por qué sucede esto? Porque los mismos partidos saben, tanto de Movimiento de Regeneración Nacional y su alianza Seguimos Haciendo Historia como de la alianza Fuerza y Corazón por México, que sus procesos internos quedarán manchados por las críticas de quienes no sean beneficiados con candidaturas.
En MORENA se vio en Manzanillo: al ya tener una candidata definida para la presidencia municipal del puerto, Martha Zepeda del Toro y Griselda Martínez Martínez iniciaron una campaña de lodo en contra del método de selección y del partido con tal de sacar ventaja.
Si en el mes de enero tenían previsto dar a conocer a los que estaban mejor posicionados en las encuestas, con el escándalo que les hicieron en las oficinas de MORENA a nivel nacional tomaron la determinación de irse hasta abril y esperar que haya el menor daño posible al partido.
En la oposición quién sabe en qué piensan, pero entre más tiempo pase sin definir las candidaturas locales menos posibilidades tendrán de dar a conocer su oferta política al electorado.
Al parecer no se dan cuenta que, al llevar hasta abril el resultado de los candidatos a los diversos puestos de elección popular, sólo tendrán dos meses para hacer campaña y convencer a la gente que voten por ellos.
Con dos meses creen que es más que suficiente para lograr su cometido; sin embargo, los únicos perjudicados con este esquema de dejar todo hasta el final serán los de oposición, que de por sí no tienen la mejor fama ante la opinión pública y enfrentarán, además, a todo el aparato del partido en el gobierno local y federal, que utilizará dinero a manos llenas para que sus candidatos ganen en las elecciones de este 2024.
Los únicos que están aprovechando las campañas, además del dinero que les otorga el órgano electoral, son Movimiento Ciudadano, que tiene en las señoras Magda Ureña y Gaby Rodríguez a dos aspirantes a la presidencia municipal de Colima.
Incluso en la contienda presidencial, desde el año pasado se sabía quiénes serían las candidatas: Xóchitl Gálvez Ruiz y Claudia Sheinbaum.
La irrupción de Samuel García y su patética campaña frívola que lo llevó a regresar a Nuevo León para que no le revisaran las cuentas plagadas de corruptelas, fue sólo una anécdota, lo mismo que ahora Jorge Álvarez Máynez, quien, al no ser el facturero gobernador, no tendrá posibilidades ni siquiera de robarse los votos de la oposición.
En Colima, por ejemplo, jugar a ver quién se cansa y cede su lugar para una opción ganadora sólo los perjudicará; cuando se den cuenta de ello podría ser demasiado tarde.
Y todo por el egoísmo de quienes se creen con el respaldo de la gente, cuando en el fondo son repudiados por falsos e incumplidos y con nexos criminales.