¿Dónde se esconde el rector de la Universidad de Colima?

POR Luis Fernando Moreno Mayoral

Lo sucedido en el Bachillerato #1 de la Universidad de Colima no fue nada ordinario; se amenazó a un maestro de la institución y se exhibió el acoso sexual a una estudiante menor de edad que, sin embargo, no ha revestido la más mínima importancia para el rector Christian Torres Ortiz Zermeño.

De nada sirve, por supuesto, la rimbombante Unidad para la Atención de la Discriminación y la Violencia de Género. ¿Quién debió, pues, atender el acoso de un maestro a una alumna? ¿Por qué no lo hizo? Por dos probables razones: no le hicieron caso a la estudiante y decidieron proteger al profesor o, algo peor, ni siquiera tuvieron la confianza en la titular de dicha Unidad porque sabían que no iban a tomar cartas en el asunto.

Las dos opciones, desde luego, son lamentables. Quiere decir, por principio de cuentas, que dicha Unidad no sirve para maldita la cosa porque, como lo hemos comentado en este espacio, los maestros despedidos han sido sólo chivos expiatorios que no tienen padrinos políticos o no son recomendados de los ex rectores.

Pero lo más desafortunado es que, al prevalecer la impunidad para los profesores y directivos acosadores, las víctimas prefieren no denunciar ante las autoridades y deciden arreglar el problema de otra manera.

De acuerdo a la página de la Universidad de Colima, son cuatro las instancias responsables de la aplicación e interpretación del Protocolo para la Atención Integral de la Violencia de Género en la casa de estudios:

1.- La Comisión de Seguridad y Protección Civil Universitaria.

2.- El Comité de Ética para la Atención de la Violencia de Género.

3.- La Oficina de la Abogacía General.

4.- La Unidad para la Atención de la Discriminación y la Violencia de Género.

Salvo la Oficina de la Abogacía General, cuyo titular es un sujeto protagonista de nombre Leobardo George Ocón, nadie sabe quién compone las demás instancias que tienen la responsabilidad de aplicar e interpretar los Protocolos en caso de una agresión hacia las mujeres dentro de la Universidad de Colima.

Dichas instancias, como se puede apreciar en el caso de la menor expuesta en una manta amenazante en las instalaciones del Bachillerato #1 de la U de C, no son confiables para los estudiantes; de otra manera los casos no trascenderían a la opinión pública para que la sociedad en general, y los padres de familia en particular, sepa que este tipo de casos siguen sucediendo al interior de los diferentes planteles del campus universitario.

¿Qué pasaría si, como se dio a conocer en la manta colgada en el edifico del bachillerato, el maestro no sale de Colima y toman represalias en contra de sus padres? ¿De quién sería la culpa? ¿O hasta ese momento harían algo los directivos de la Universidad de Colima?

Lo primero: el maestro debió ser sancionado desde el momento que la alumna decidió denunciar el acoso; para eso las cuatro instancias encargadas de ese tipo de asuntos debieron activar los protocolos y actuar en consecuencia. Y el asunto debió permanecer en privado y no y no trascender a la opinión pública.

Nada de eso sucedió.

Por alguna de las razones expuestas líneas arriba, las instancias responsables de los Protocolos no hicieron su tarea; alguien cercana a la víctima se enteró y decidió amenazar al maestro por haberse propasado con ella. Y lo más grave es que burlaron la seguridad interna de la Universidad de Colima y colocaron una manta amenazante en el edificio del Bachillerato #1

¿A nadie le parece grave esto?

Si un grupo de personas logró hacer eso, burlando todos los protocolos de seguridad de la institución, qué más no puede hacer si se lo proponen.

El rector Christian Torres Ortiz Zermeño ni siquiera ha emitido un comunicado al respecto ni ha informado acerca de si están acompañando a la víctima en su denuncia o si el maestro ya fue cesado o lo están protegiendo.

Pero ese es el resultado de que su área de comunicación social, en lugar de generar estrategias para contener este tipo de crisis, prefiere acallar a los medios para que la gente no se entere de lo que sucede en la vida interna de la Universidad de Colima, aunque ya no logren su cometido debido a la penetración de las redes sociales y los pocos medios que todavía podemos alzar la voz por los que no tienen.

El tema da para mucho más. Seguiremos atentos.