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Víctor Vázquez es el candidato del gobierno para dirigir el STSGE, el nuevo Judas.

INDIRA VIZCAÍNO SILVA y Arnoldo Vizcaíno Rodríguez ya tienen a su candidato a dirigir el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (STSGE): Víctor Jacobo Vázquez Cerda. El objetivo: hacerse de la clase trabajadora para no darles lo que por ley les corresponde, y seguir, como hasta hoy, con el miserable 3 por ciento de aumento salarial, además de otras prestaciones que siguen sin pagarles. La traición de Vázquez Cerda estaba cantada desde hace tiempo, como cuando al inicio de la administración de Indira Vizcaíno el líder actual, Martín Flores Castañeda, aseguró, sin decir nombres, que había integrantes del comité directivo que estaban en pláticas con el gobierno del Estado para entregarles el sindicato; al insistirle que diera a conocer los nombres, el ex diputado local sólo se limitaba a decir que en breve se darían a conocer. Y ahora, la víspera de la elección para la renovación del STSGE, ya surgió el nombre del traidor que entregará el sindicato al gobierno del Estado: Víctor Vázquez Cerda. Así como lo intentaron con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), sección 39, el gobierno de Vizcaíno Silva pretende impulsar a infiltrados para competir por la dirigencia del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado, como José Ignacio Peralta lo intentó en su sexenio, fracasando estrepitosamente. Si bien ha surgido el nombre de Sergio Fuentes como la carta del actual secretario general para competir por la dirigencia sindical, lo cierto es que ante la competencia que tendrá en la persona de Víctor Vázquez Cerda, con todo el aparato del gobierno del Estado, incluida sus plumas y páginas digitales, el único que le puede hacer frente es alguien del mismo peso, con los mismos años en la lucha sindical y, sobre todo, que lo conozca tan bien que no pueda sorprender a nadie: Martín Flores Castañeda. Sergio Fuentes, en otras circunstancias, sería un buen candidato para hacer la renovación generacional de la dirigencia sindical; sin embargo, el gobierno del Estado ha optado por respaldar a uno de los viejos lobos de mar del sindicalismo, por lo que la competencia sería desigual. Con Martín Flores, por el contrario, la situación estaría pareja: se conocen muy bien el uno y el otro; los dos conocen a quienes conforman la base trabajadora y saben de sus necesidades más apremiantes, con la diferencia de que uno entregará el sindicato al gobierno estatal y el otro seguirá en su línea de combate y defensa de los derechos laborales adquiridos durante décadas. ¿Víctor Vázquez Cerda, que ahora traiciona a Martín Flores y la clase trabajadora toda, ya había incurrido en esa deplorable actitud en el pasado? En el CONCIERTO POLÍTICO del 25 de marzo del 2017, Bibiano Moreno Montes de Oca escribió: “una de las primeras traiciones en las que incurrió El tigre de papel Vázquez fue cuando, en la planilla encabezada por Mario Anguiano a la alcaldía capitalina, iba de candidato suplente a regidor: la propietaria era Ana Cristina. Así, pues, con lloriqueos, promesas y amenazas de por medio, el que aún “dirige” la CNOP estatal obtuvo el beneplácito para ser regidor propietario, en lugar de Ana Cristina. A Ana Cristina no sólo no le cumplió lo prometido El tigre de papel Vázquez, que era apoyarla en la siguiente renovación de dirigente sindical, sino que comenzó a hostigarla a ella y a sus colaboradores cercanos, que eran los mismos con los que ese sujeto había cultivado una amistad de muchos años. El apoyo para que Ana Cristina no pudiera competir por la dirigencia sindical se debió a un favor que le hizo su amigo Mario Anguiano”. Como se puede apreciar, Víctor Vázquez Cerda no es nuevo en esto de traicionar a sus aliados, sino que está dispuesto a hacerlo una vez más con tal de quedar bien con el gobierno del Estado y que sus allegados, familiares y amigos continúen en los cargos en la administración estatal. No se trata de defender a uno (Martín Flores) sobre el otro (Víctor Vázquez); se trata de que la autonomía sindical no sea trastocada por el gobierno del Estado y que uno de sus candidatos (Víctor Vázquez) compita con todos los recursos financieros y mediáticos a su disposición para arrebatarle el liderazgo a quien en estos momentos goza de la simpatía y lealtad de los trabajadores: Martín Flores Castañeda. Que sean los trabajadores, los mismos que en una consulta rechazaron el aumento salarial del 3%, los que decidan quién será su próximo secretario general; pero que no vengan sujetos externos a querer apropiarse de un sindicato que, independientemente de sus líderes, ha sido combativo y ha luchado con uñas y dientes para defender sus conquistas laborales.

LA OLA DE TERROR a cargo del crimen organizado ha sentado sus reales en todo el país. En Colima, con el inicio del presente año, las matanzas no paran para nada, a razón de tres muertos diarios o 90 por mes, un récord impresionante que ya nos llevó a las 500 víctimas que han perdido la vida en esta jornada negra para Colima y los colimenses. Si bien la violencia era intensa desde hace varios lustros, la brutalidad se volvió carta de naturalización desde la llegada del indirato. Antes de la llegada de los cuatroteros al poder en la entidad, por lo menos había una relativa calma que permitía a las familias a pasear por los diferentes puntos de atractivo de esta capital y en el resto de los nueve municipios; sin embargo, con el arribo de los pertenecientes al partido de los nuevos ricos, la tranquilidad social ya parece cosa del pasado. Las calles se tiñen de sangre y la gente cae como moscas a las que rociaron con insecticida. O sea que a nuestro estado llegó la paz… de los sepulcros cuando amlo obtuvo el poder en el país. Casi al inicio, el tabasqueño renunció a su responsabilidad de combatir el crimen organizado, mandando al carajo el Estado de Derecho desde el momento en que dijo que los narcos también “son pueblo”, pero llegó al colmo con esa consideración piadosa de que son “seres humanos” y merecen todas las consideraciones. Por si lo anterior no fuera suficiente para estarnos lamentando de la desgracia que ha resultado para México la 4T, la violencia ha llegado a su punto más alto con el asesinato de dos curas pertenecientes a la orden de los jesuitas en la sierra tarahumara del estado de Chihuahua, donde es más evidente la ausencia de la ley y de toda autoridad. Los miembros del crimen organizado, al no ser perseguidos, actúan con total impunidad. Así, a un violento sicario conocido como El Chueco, quien perseguía a un guía de turistas de nombre Pedro Palma, se le hizo fácil entrar a una iglesia para asesinarlo a mansalva. Los octogenarios curas, cuyos nombres eran Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales, trataron de auxiliarlo espiritualmente y de salvarle la vida, pero todo fue inútil: el asesino, con el alma más negra que el carbón, ni siquiera dudó en segar la vida de los dos padres que solamente cumplían con su deber cristiano en una apartada región sin ley ni autoridad no de ahora, sino desde hace medio siglo. El terrible homicidio arroja hasta el momento la cantidad de 50 padres asesinados en tres sexenios (de Felipe Calderón, Peña Nieto y el actual), siete de los cuales corresponden al actual que encabeza amlo. Un crimen como el de los curas ha conmovido al mundo católico entero, incluido a su máximo jerarca en el Vaticano, el Papa Francisco, quien ha condenado el artero asesinato de los que pertenecieron a su misma orden, a la que se considera como la de los intelectuales de la Iglesia Católica, así como los franciscanos se caracterizan por su humildad. Los jesuitas se han dedicado a crear universidades y centros de estudios de gran prestigio en México y el mundo, sin que necesariamente influya el aspecto religioso, sino el científico, educativo, cultural y social. Un reconocido centro educativo jesuita es el ITESO (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente), que se encuentra en la ciudad de Guadalajara, de donde han egresado generaciones de alumnos que han contribuido a la educación y progreso en sus ciudades de origen. Pero ante una situación que tendría metido en una severa crisis a un gobierno demócrata y responsable, al inquilino de Palacio de Gobierno todo esto lo tiene sin cuidado, como el autócrata que es. No obstante, ante tanta irresponsabilidad, es posible que las cosas comiencen a cambiar, pues en un país en el que hasta los curas son asesinados, como hace siglos ocurría con los mártires que iban a lejanos países a evangelizar a los pueblos olvidados (como San Felipe, patrono de Colima, por cierto), el pueblo (que es católico mayoritariamente) ya no será convencido tan fácil por un farsante que renunció a su responsabilidad y le entregó el país a los malos, a pesar de que los buenos somos más. 

INCREÍBLE QUE QUIEN HACE años alzaba la voz para defender los derechos laborales de los trabajadores universitarios, hacía marchas, plantones y elaboraba escritos incendiarios en contra del entonces rector, ahora calle como momia ante la irresponsabilidad del gobierno federal de no radicar los recursos para pagar a personal del Instituto Colimense de las Mujeres. Catalina Suárez Dávila era muy entrona contra las autoridades de la Universidad de Colima, pero ahora es dócil y sumisa con la Federación. ¿Y luego?