POR Jorge Octavio González
Leoncio Morán Sánchez ha demostrado ser un político payaso como estridente, pero igual que los demás: corrupto, chapulín, cínico y sinvergüenza.
Cuando competía por la diputación federal por el primer distrito, en uno de esos días de campaña, el entonces panista manejaba hacia una estación de radio mientras escuchaba una entrevista. Se trataba de Roberto Chapula de la Mora, su contrincante, quien cuestionaba severamente su pasado juvenil donde por su culpa murió una persona humilde.
Llegó a la radio, estacionó su coche y se fue directo al interior; en esos momentos venía saliendo Roberto Chapula de la Mora, quien al encontrarse con el panista quiso saludarlo, recibiendo como respuesta un desdén y una serie de insultos.
—Repíteme lo que estabas diciendo de mí en la cara —, le espetó bravucón Locho Morán a su interlocutor.
—Claro que sí. Locho: ¡eres un ASESINO!, le reviró el entrón Chapula de la Mora.
Leoncio Morán cambió de color y se puso rojo; perdió el control y le dio unos manotazos al candidato tricolor, que lo retenía a distancia porque su masa corporal era mayor. La vocera de Locho comenzó a gritar histérica, a tal punto que todos los presentes centraron su atención en ella, dando fin al pleito.
Ganó la alcaldía de Colima por segunda ocasión e intentó construir su candidatura a la gubernatura del Estado por Movimiento Ciudadano, franquicia de la cual se adueñó y sumó a diversos liderazgos sociales y políticos para su causa.
El despliegue de recursos en espectaculares y pautas en redes sociales, centrando sus ataques en contra de Indira Vizcaíno Silva, a la que identificó en todo momento como una priísta disfrazada de morenista, no le alcanzó para llevarse el triunfo.
Meses después, el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Colima, a cargo de Héctor Arturo León Alam, interpuso denuncias en la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción y también una solicitud de juicio político por el desvío de más de 70 millones de pesos que debieron ingresar a las arcas del Instituto de Pensiones del Estado de Colima.
Temeroso de que lo fueran a inhabilitar para contender por algún cargo público y ser encarcelado por el desvío millonario que hizo cuando fue presidente municipal de Colima, lo primero que hizo Locho Morán al ser obligado a reconocer su derrota (ese episodio en algún momento lo contaremos; sólo basta decir que los amigos incómodos de Indira le enviaron un macabro mensaje al emecista para que dejara su rijosidad) fue postrarse a los pies de la gobernadora, a la que le ofreció sus dos diputados en el Congreso del Estado “en aras de la gobernabilidad”.
Cierto es que, en el primer año, Ignacio Vizcaíno fue un lacayo de MORENA y el oficialismo, al igual que su compañera Glenda Ochoa; después el diputado rectificó el camino y comenzó a ser un duro crítico del gobierno del Estado, sobre todo en su pésima estrategia de seguridad, y sostiene esa postura hasta la fecha.
No así Glenda Ochoa, que al ser tentada por las malas prácticas de MORENA se cambió de partido y con ello también aseguró la impunidad que necesitaba para no ser enjuiciada en su papel como síndica de Locho Morán.
Leoncio Morán Sánchez, de ser un implacable crítico de Indira Vizcaíno en la campaña del 2021, pasó a ser un apologista más de MORENA y su candidata a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum, a quien fue a besarle la mano el pasado domingo en Manzanillo.
Y para que quede claro que amor con amor se paga, el sábado, un día antes de la visita de la corcholata que AMLO hizo ganar en el proceso interno de MORENA, los diputados del oficialismo y sus rémoras realizaron otra sesión secreta en donde avalaron el desvío de 70 millones de pesos del ayuntamiento de Colima y perdonaron las corruptelas de Morán Sánchez y su síndica.
Así, con ese cinismo que le caracteriza, Morán Sánchez acudió al evento de Claudia Sheinbaum en Manzanillo, se dejó fotografiar con la frívola Viri Valencia y se sentó al lado de Indira Vizcaíno y Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, concretándose esa alianza perversa que busca ganar las posiciones locales y nacionales en el 2024.
El lugar estaba tan lleno de corruptos, traidores, rateros y asesinos, que sólo faltó José Ignacio Peralta Sánchez para regresar a los tempos en donde la hoy gobernadora departía secretos y confesiones bajo las sábanas con los miembros prominentes de la mafia que viene gobernando Colima desde hace muchos años.
Quién lo diría: Locho resultó ser un político igual a todos.
E Indira ya lo recibió gustosa.