POR Jorge Octavio González
Para Indira Vizcaíno la noche de El Grito de Independencia, el 15 de septiembre, fue de saldo blanco.
Esto es: hubo fiesta, alegría, diversión y cantaron al ritmo de Shaila Dúrcal.
Aunque segundos después reculó: hubo un pequeño incidente.
Una chica que se desmayó entre el público, pero fue atendida de inmediato.
¿Y los hechos de violencia?, se le cuestionó.
—Pues la verdad es que ese es otro tema, ¿no?, respondió.
Indira Vizcaíno esbozó una sonrisa hipócrita y, sin el menor respeto hacia los reporteros que la estaban entrevistando, continuó su camino, en minifalda negra, hasta llegar a la camioneta blindada, escoltada de una decena de elementos de seguridad.
A la gobernadora del Estado, la jefa del secretario de Seguridad Pública y del titular de la Fiscalía General del Estado de Colima, poco le importó informar acerca de los hechos de violencia que se suscitaron durante todo el día 15 y hasta la noche, mientras ella gritaba vivas a los héroes de la patria y al país.
Se concentró más de un minuto en hablar de lo bien que se sintió el 15 y de cómo le gustó más que el año anterior, mientras que de los actos criminales y las masacres llevadas a cabo ese viernes negro no quiso opinar.
—Pues la verdad es que ese es otro tema, ¿no?, fue lo que dijo la mandataria.
¿Ese es otro tema? ¿En serio? Para la gobernadora hay que separar lo ocurrido en la fiesta patria, con la gente que acudió a divertirse, con lo que los sicarios hicieron con sus armas de fuego en contra de víctimas inocentes, como una niña de 13 años que recibió varios balazos en su humanidad cuando un comando armado atacó una casa donde también estaba una señora y una anciana.
En el gobierno más feminista de la historia de Colima, como tanto le gusta decir a la mandataria cada que tiene oportunidad, un grupo criminal puede llegar a una vivienda, ingresar por la fuerza y vaciar sus armas de grueso calibre en contra de tres mujeres que se encontraban en ese lugar.
Tres generaciones de mujeres: una anciana, una señora de mediana edad y una niña de 13 años, las tres recibieron la furia y sinrazón de las balas que los criminales lanzaron en su contra; de igual manera pudieron escapar sin que autoridad alguna lograra su detención.
En el gobierno más feminista de la historia de Colima tres mujeres inocentes, una niña, una señora y una anciana, fueron víctimas del crimen organizado que actuó con impunidad y desafiando a las autoridades, que al parecer permiten que los delincuentes hagan y deshagan a su antojo.
Indira Vizcaíno respondió poco más de un minuto a las preguntas de los medios de comunicación, pero en cuanto tocaron el asunto de los hechos violentos aceleró el paso, les dirigió una sonrisa cínica a los reporteros y se fue directo a la camioneta con el blindaje más alto existente en el mercado, sólo utilizada por jefes de Estado amenazados por el narcotráfico.
Así es Indira Vizcaíno: indolente ante el sufrimiento de la gente.