Doña Indira: usted es gobernadora, no influencer

POR Jorge Octavio González

Indira Vizcaíno no utiliza sus redes sociales para informar; ella se cree una influencer que espera aplausos y likes y estrellas para poner en paz su enorme ego.

Si bien, según se ha visto en su página de Facebook, publica las actividades que hace en el día a día y sus reuniones que tiene con las áreas de seguridad y demás, también incluye pasajes de su vida personal que, sin embargo, no son bien vistas por la sociedad.

A Indira Vizcaíno le falta tacto; al ver de mucha gente es una política indolente. Y es que, en efecto, a la gobernadora parece no importarle la situación tan crítica por la que esté atravesando en ese momento, mucho menos si minutos antes hubo una masacre o el lanzamiento de un artefacto explosivo que le costó la vida a una persona; a la mandataria sólo le importa el alcance que pueda tener su publicación para presumirlo ante su corrupta y cínica amiga Viri Valencia o Rosi Bayardo.

El fin de semana pasado, por ejemplo, publicó en sus redes sociales: “Nos escapamos tantito de la rutina y aprovechamos la tarde de este domingo para seguir leyendo ´Roma soy yo´”. Basta ver la caja de los comentarios, muchos de los cuales se borraron para no generar la percepción de rechazo a la gobernadora, para darse cuenta de cómo la mandataria parece que vive en otro Colima, su Colima, su Saltadilla.

Increíble, por donde quiera que se le vea, que alguien de la edad de Indira Vizcaíno pretenda seguir jugando a la influencer y crea que los aplausos y lambisconería de sus empleados que son obligados a publicar en sus posteos es más que suficiente para gobernar Colima.

Así como la foto del libro que dice estar leyendo Indira Vizcaíno, que más bien parece una recomendación de los libros favoritos de Rogelio Rueda Sánchez, por la perversidad del personaje y la traición, odio y sexo que hay detrás de la historia de Julio César, hay otras que tienen el mismo resultado entre la sociedad: rechazo absoluto.

Indira no sabe comunicar; apenas si puede hilar un par de frases por su nula capacidad para escribir. Dice ser maestra en Derechos Humanos, pero su actitud indolente demuestra todo lo contrario. No hay un solo mensaje a las víctimas sangrientas de esta guerra de cárteles ni tampoco a las mujeres con hijos desaparecidos; solamente se pronuncia cuando hay un familiar involucrado de una amiga suya del medio de la política o de los medios de comunicación, como sucedió con el accidente del autobús en Nayarit.

A Indira no le interesan las víctimas; a Indira sólo le interesa ella misma y los suyos. Y eso es micho decir: los suyos sólo se limitan a su familia (no a Ramón, el verdadero mártir de este gobierno) y a unas cuantas amigas, como la sinvergüenza Viridiana Valencia Vargas y Rosa María Bayardo.

La gobernadora es indolente, es soberbia, mitómana compulsiva, intolerante y siempre está a la defensiva; jamás van a escuchar de su parte el reconocimiento de un error o de una actuación negativa en cualquier asunto. Nunca. La soberbia la domina, la envenena; para ella el mundo se reduce a seguir las órdenes de López Obrador y hacerle campaña a Claudia Sheinbaum para no quedar desprotegida en el 2024, pues en el 2025 seguramente tendrá que salir del gobierno del Estado ante la paliza que le ponga la sociedad en la revocación de mandato.

Indira no gobierna para la gente de Colima; para ella sólo hay un mundo: Indira Vizcaíno.

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