POR Luis Fernando Moreno Mayoral
Colima está dividida en dos mundos: los que están en el poder y los demás.
Los que están en el poder, los que están en el gobierno del Estado y en el gobierno de la República, se encumbraron a cambio de renunciar a pensar; lo único que les pidieron es obedecer a ciegas y aplaudir al señor que despacha en Palacio Nacional.
Los demás, los que no son privilegiados, los que están en las calles, están a merced del crimen organizado y las extorsiones en sus empleos son el pan de cada día; saben la hora de su salida a trabajar, pero no la de regreso.
Los que están en el poder, como la cerril y mitómana Viridiana Valencia Vargas, utilizan el recurso del pueblo para promocionarse en medallones de camiones urbanos y en espectaculares por todo Colima; lo hace sin el menor recato posible y, lo más lamentable, exponiendo a sus hijos a todo tipo de señalamientos.
A Viri Valencia eso le vale un comino mientras le sirva para posicionarse y ver si los números le alcanzan para competir por la presidencia municipal de Colima. Sus hijos, que no tienen nada que ver en la política ni están conscientes del perverso plan de la funcionaria federal, son el blanco de memes en las redes sociales, donde hacen hincapié en la falta de una autoridad paterna en la familia donde los niños comparten únicamente la sangre de la madre.
Los demás, los que no tienen acceso al dinero público ni a los medios, se cooperan entre familiares para comprar espacios en medallones de camiones urbanos y espectaculares para solicitar la ayuda de la sociedad ante el vil y cobarde secuestro de su madre, de origen estadounidense, llevado a cabo el pasado 9 de febrero en Pueblo Nuevo, Villa de Álvarez.
Sus hijos han contactado a medios de comunicación de Estados Unidos y de México para denunciar la incapacidad del gobierno de Indira Vizcaíno para localizar a María del Carmen López; con sacrificios han puesto dinero para rentar espectaculares y que el rostro de su madre se vea también en los camiones urbanos.
Los que están en el poder, los que han renunciado a pensar, pagan para que su rostro esté en revistas donde cobran la portada más de 50 mil pesos; Viri Valencia lo hace porque quiere a como dé lugar ser la presidenta municipal de Colima, aun cuando exponga a sus hijos a la burla de la sociedad.
Los demás, los que viven con miedo, pagan espectaculares y medallones de camiones urbanos para que el rostro de su madre secuestrada sea visibilizado y las autoridades, incompetentes como la Fiscalía General del Estado de Colima, al menos tengan la vergüenza de hacer algo, no obstante que ya entró al quite el Buró Federal de Inteligencia (FBI, por sus siglas en inglés).
Son los dos mundos que hay en Colima: los que están en el poder (Viri Valencia y los millones que está despilfarrando para posicionarse en la opinión pública) y los demás (los familiares de María del Carmen López que, con esfuerzo y miedo, están dando la batalla para que el secuestro de su madre no quede en el olvido como muchas otras personas que han sido desaparecidas).
¿En qué momento se normalizó que la clase gobernante, los que están en el poder, tengan privilegios y no se preocupen por la atroz violencia que hay en Colima?
¿En qué momento se normalizó que los de abajo, los demás, tengan que agachar la cabeza y vivir con miedo, sin tener la oportunidad de denunciar un atropello cometido por la delincuencia organizada?
El momento fue cuando, hartos de la corrupción del pasado, millones de personas decidieron llevar al poder a un solo hombre que controla a sus súbditos y les ordena lo que tienen que hacer sin importar que violen la ley; renunciaron a pensar porque de otra manera no gozarían del cargo que tienen en la actualidad.
Pero el hombre al que llevaron al poder en el 2018 se va en el 2024; veremos si sus fieles sirvientes en el Congreso de la Unión y en las gubernaturas, ya sin la correa que tienen puesta, están a tiempo de recuperar su dignidad y someterse al implacable juicio de quienes saldrán a votar.