POR Jorge Octavio González
Kate Castillo demostró que es posible corromperse en tiempo récord; sólo era cuestión de cuestionar al gobierno del Estado en uno o dos temas y listo.
No se podía saber: la diputada plurinominal, que perdió estrepitosamente contra Lizzie Moreno Ceballos, acaba de integrarse a la bancada de MORENA en el Congreso del Estado.
¿No se podía saber? Por supuesto: de repente dejó de hacer cuestionamientos a la administración estatal y, sobre todo, a la gobernadora; también se comenzó a sumar a las votaciones de la fracción oficialista y se tuvo que poner del lado de los agresores de mujeres para estar a tono con Casa de Gobierno.
Como mujer, ciertamente, está impedida de hablar acerca de los derechos de las mujeres porque se sumó al bloque que rechazó la Recomendación 04/2022 en donde la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima resolvió que Vladimir Parra incurrió en violencia política de género en contra de dos de sus compañeras de Legislatura, Claudia Aguirre y Jazmín García Ramírez.
La dignidad, desde luego, no existe para Kate Castillo; tampoco la vergüenza, dado que no hace mucho alzaba la voz para denunciar situaciones que hoy, sin embargo, no sólo persisten, sino que se degradaron.
¿Ya se le olvidó a Kate Castillo el desabasto de medicamentos en el Hospital Regional Universitario? Ayer, en su presentación en sociedad como nueva lazarilla (Priscila García dixit), se atrevió a decir que el tema está mejorando y que hay hasta un 85% de abasto de medicinas. Ojalá la lideresa del sindicato de la Secretaría de Salud, Dolores González Meza, responda a semejante estupidez de la diputada.
¿Ya se le olvidó cuando, en plena sesión, criticó a Indira Vizcaíno por recoger a sus hijos al colegio en camionetas blindadas y con múltiples escoltas? En ese tiempo la violencia ya pegaba duro en Colima; sin embargo, hoy está peor. E Indira sigue con camioneta blindada y guaruras. La gobernadora no cambió; la que modificó su discurso fue Kate Castillo.
Armando Reyna, el burro que coordina la bancada de Movimiento de Regeneración Nacional en el Congreso del Estado, se jactó de su nueva adquisición y se solazó de ser ahora 12 legisladores los que conforman la payasada denominada Bancada de la Esperanza.
En la dinámica de preguntas y respuestas, Kate Castillo exhibió de nueva cuenta su talante autoritario y soberbio cuando le gritó al reportero que hizo una pregunta abierta sobre los legisladores sin ideales ni principios que traicionan a sus partidos para emigrar a otros por intereses personales.
El saco le quedó a la diputada Kate: ella asumió que la descripción iba para ella y respondió con regaños al reportero. Hasta el rostro le cambió: de estar risa y risa, sus facciones se endurecieron y arrugaron; sus cejas se levantaron y por un momento olvidó que estaba frente a las cámaras de los medios de comunicación y soltó una retahíla de gritos y excusas que ni ella misma se creyó.
En ese momento al protector del asesino de un taxista en Tecomán, protegido también por el bueno para nada e inservible mini fiscal Bryan Alejandro García Ramírez, le quedó claro que no es buena idea dejar que hable la diputada y menos cuando le hacen preguntas incómodas.
¿Quién se cree la diputada para regañar a un reportero? ¿Quién es para asumirse como una figura intocable a la que nadie le debe hacer cuestionamiento alguno? Nadie conocía a la diputada antes del 2021; ella era una auténtica desconocida en el mundo político.
Cuando llegó, sin embargo, repartía sonrisas y actuaba buenaondita. Pero nomás tuvo que cambiar de opinión por privilegios en el gobierno del Estado y hasta su actitud se modificó sobremanera: no soporta los cuestionamientos de los medios, alza la voz, grita, regaña a quien le hace una pregunta que no le gusta.
¿Qué le pasa?
Lo bueno es que su incursión en la política es debut y despedida.