POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Cuando a Malcerdo Ebrard Casubón le preguntaron su opinión sobre la negativa de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a que se militarizara la denominada Guardia Nacional, el canciller del obradorato bramó que eso había sido un error, pues “ya se estaban comenzando a ver los resultados en materia de seguridad en el país”, cuando la nación entera se encuentra sumida en la peor tragedia de su historia por una terrible violencia que se contrapone con la idílica y falsa estrategia de “abrazos, no balazos”, impulsada por un miserable y genocida amlo.
Y cuando tocó el tema en el sketch cómico-mágico-musical llamado la Marranera, el anciano de Palacio Nacional se apresuró a descalificar a los ocho magistrados que lo enviaron a inflar burros por el pivote, argumentando que habían utilizado un criterio político, no jurídico, por no cumplir su capricho de que la Guardia Nacional esté bajo control de los militares, sino de civiles, como lo establece el Artículo 21 de la Constitución. Por tal razón, la GN estará bajo el mando de la civil Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana, pero seguirá siendo controlada por los militares, como un acto de desafío de amlo a otro Poder autónomo.
Está claro que a ninguno de los dos políticos –la corcholata y el destapador— les asiste la razón, pues al final de cuentas los politiqueros, los que toda su vida se la han pasado en la politiquería, saltando de un partido a otro sin pudor alguno, son ellos –amlo y Malcerdo—, no los ministros; no, al menos, la presidente del Poder Judicial, Norma Piña, que no se hinca ante un egocéntrico tabasqueño que, a estas alturas del partido, ya sólo convence a los más fanatizados de sus esbirros. Y si bien el chairo promedio tiene más mierda que cerebro dentro de la cabeza, no dejan de ser peligrosos por su propia naturaleza primitiva.
Digresiones aparte, lo cierto es que la estrategia para combatir la violencia en los tiempos del obradorato es que no hay estrategia. Lo de la payasada de “abrazos, no balazos” es una excusa del farsante para permitir que el crimen organizado tenga bajo su control a prácticamente el país entero, puesto que la violencia no se encuentra focalizada en algunas determinadas regiones –como antes de la guerra de Calderón— del país, sino en la totalidad del territorio nacional. Así, masacres, asesinatos a plena luz del día, fosas a reventar con cadáveres descuartizados, etcétera, ocurren simplemente porque no hay gobierno federal.
Cierto: el compromiso de la seguridad es de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal), pero la principal responsabilidad recae en la Federación por ser ésta la que tiene mayores recursos para tal fin, además de que supuestamente tiene una estrategia definida para enfrentar la violencia con los cuerpos que están bajo su férula: Ejército y Marina, así como la GN y los servicios de inteligencia (lo que antes era el Cisen), estos últimos dizque destinados a ese propósito, pero en los hechos dedicados a espiar a los opositores del régimen de la 4T. Además, si hay Ayuntamientos que no tienen para completar la nómina, menos para enfrentar a los criminales, lo cual es una lacerante realidad.
En este sentido, es de pena ajena escuchar al vejete macuspano en la Marranera quejarse porque la DEA infiltró a los Chapitos, razón por la cual acusa a Estados Unidos de espiar a México y le da pretexto para clasificar como secreto de Estado la información relacionada con escándalos en las Fuerzas Armadas nacionales, entre la que sobresale la referente a los viajes del moderno sultán que resultó ser el cínico secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval. Así, pues, es fácil deducir porqué el gobierno de Biden no dijo nada a amlo de la infiltración en el cártel sinaloense: la operación habría abortado porque el viejo sinvergüenza hubiera ido corriendo a soltarle el chisme a los hijos del Chapo.
Las evidencias de que amlo no hace –ni hará— nada en contra de los narcos del país, especialmente los de Sinaloa, es que les ha construido carreteras que sólo ellos transitan, por lo peligrosas que son, además de haber ido ostentosamente a reunirse con la mamá del Chapo, así como con el hermano y el abogado del capo sinaloense; pero sobre todo, porque hubo un pacto para que operaran a favor de Morena en las elecciones del 2021, donde ese partido obtuvo la mayor parte de las gubernaturas en disputa, incluido Colima y todos los de la costa del Pacífico, desde Baja California hasta Guerrero. Y aunque la Gobernadora Altozano fuera ajena al citado pacto, no hay ninguna duda de que ella es feliz beneficiaria.